El día que Ron Britton psicoanalizó a frankestein
El psicoanalista estudió al monstruo que engendró la escritora Marie Shelley en 1818. "Esa obra fue la medicina que sanó su vida".
Ayer en la tarde, en el Teatro Municipal, el doctor Ron Britton sentó en un diván imaginario al monstruo que creó Marie Shelley, cuando la escritora tenía 18 años. Para el doctor, el monstruo nació cuando su madre murió, once días después de que ella nació. La tragedia real siguió con la muerte del hijo que esperaba, cuando huía con su amado, a los 16 años. Luego ese amor también muere, ahogado.
Con esas tres desgracias a cuestas, la Shelley se declara "poseída de una imaginación descontrolada", hundida en una especie de "terror nocturno perpetuo".
En las pesadillas aparece un hombre pálido, el engendro que inspiraría a su creación. Para sanarse, argumenta Britton, la Shelley llegó a la conclusión de que "lo que le daba susto a ella, le daría susto a los demás". Así, contando sus horrores, se liberaría ella. Para el psicoanalista, lo que quedó fuera de esta consulta complementa su análisis. Por ejemplo, la necesidad de la Shelley por brillar intelectualmente más que sus padres, reconocidos pensadores de la época. Aporta al caos personal, el deseo de huir de la supuesta "familia perfecta" que formó su padre luego de la muerte de su madre. Para Britton, Frankestein fue un monstruo desde el momento en que nació de las pesadillas de la Shelley. La criatura sólo "necesitó a alguien que le amara". Y ella lo amó a su modo, amando a la literatura que le dio de comer. "Esa niña llegó a conclusiones notables", dijo antes de levantar la sesión.