La utilidad de lo inútil
Hay veces en que los defensores de la cultura reaccionan con ira ante el desprecio de las políticas oficiales. Al día siguiente de la última Navidad, Attilio Maggiulli, indignado por la drástica rebaja de las subvenciones al Théâtre de la Comédie Italiénne de París, estrelló su automóvil contra las puertas del Elíseo, el Palacio Presidencial francés.
En Italia, el profesor Nuccio Ordine, de la Universidad de Calabria, ha preferido embestir con un libro que ha titulado "La utilidad de lo inútil" en contra de la desvalorización en que ha caído la enseñanza de la filosofía, la literatura, las bellas artes y de otras disciplinas consideradas inútiles en los programas oficiales. Ordine postula que si consentimos en que desaparezca el legado cultural de nuestros antecesores y que se mutile la enseñanza, no es que dejemos de ser personas cultivadas, sino que las futuras generaciones dejarán de ser personas en su cabal sentido.
El maestro reflexiona: "Llevo 24 años como profesor, intentando convencer a mis alumnos de que no se viene a la universidad a obtener un diploma, sino a intentar ser mejores, esto es, a aprender a razonar en forma autónoma". Añade: "Cómo no va a ser valioso y útil conocer el pensamiento de quienes edificaron nuestra cultura, en lugar de estar absorbidos por la visión hipnótica de la tecnología y de la barbarie de lo útil, abrumándonos con la carga ilusoria de la posesión (de bienes) y sus efectos devastadores sobre la dignitas hominis, el amor y la verdad".
Ordine denuncia que "cuando se recorta el presupuesto para las universidades, las escuelas, los teatros, las investigaciones arqueológicas, las bibliotecas… se está cerrando la excelencia de un país y eliminando cualquiera posibilidad de formar a toda una generación".
En Chile, desde el siglo pasado se ha venido mutilando la formación de nuestros estudiantes para hacer lugar a conocimientos que distan mucho de sustituir el valor formativo de las humanidades. Se ha eliminado la caligrafía, la enseñanza de la ortografía y la educación cívica; y el resultado ha sido la deformación del lenguaje oral y escrito y una vulgaridad en las maneras de hablar y de comportarse que se advierte hasta en los programas de televisión, que más parecen hechos para corromper a la juventud que para educarla.
Para qué hablar de la universidad, donde cada año se nota con mayor evidencia los estragos de una educación básica y media que conduce a que la meta de las profesiones se centre en el ascenso social y el lucro, y se haya ido prescindiendo de la formación ética -esencial en todo universitario- y de la vocación de servicio, que debiera ser una de las aspiraciones de todo profesional.
La reforma educacional deberá comprender "desde la cuna hasta la tumba" y rescatar los valores acuñados en nuestra cultura occidental pues, de otro modo, terminaremos arrasados por "la barbarie de lo útil".