Hay ruido en el ambiente empresarial
estrategia reguladora. Diversos casos que han remecido el ambiente empresarial chileno han producido cambios normativos y mayor regulación.
He tenido la oportunidad de escribir en estas mismas páginas un par de artículos sobre la percepción internacional de confiabilidad de nuestro país, como asimismo respecto a la eterna discusión en torno a los problemas de conflicto de interés de los directores y ejecutivos de empresas.
Y es que de tiempo en tiempo nuestros diarios especializados en materias financiero-económicas dan cuenta de un problema que afecta al mercado nacional. Y lo que es peor, muchas veces esos problemas salen de las páginas económicas y pasan a otras que dan cuenta de temas judiciales.
Si miramos con la perspectiva del tiempo se pueden mencionar varios casos del tipo antes señalado, y que han generado, además de ruido en el ambiente empresarial, importantes modificaciones a la legislación económica. Me refiero en especial, a modificaciones a Ley N° 18.046 o Ley de Sociedades Anónimas. Esta ley, junto a la de Mercado de Valores, fue promulgada en 1981. Con posterioridad a su promulgación se produjeron hechos tan gravitantes como el desarrollo del mercado de capitales nacional y la internacionalización del mismo, a través de la emisión de ADR y bonos inscritos en bolsas extranjeras. Pero también se produjeron otros hechos.
Algunos hitos
Algunos hitos
En 1997 se produjo el recordado "caso Chispas", con ocasión de la toma de control de Enersis por parte de Endesa España. Tan fuerte fue el impacto de este caso que, junto con originar la modificación de la ley en lo referente a OPA (oferta pública de adquisición de acciones), también introdujo cambios en otras normas de gobierno corporativo, incluyendo la responsabilidad de directores.
En el año 2003 se produjo el caso Inverlink. En 2007 el caso acciones de LAN. En 2008 el caso Falabella-D&S. En 2009 el caso Farmacias. En 2011 el caso La Polar. Y ahora último ocupa parte importante de las noticias, el caso Cascadas.
Y si bien mal de muchos no exime de nada, por si alguien cree que esto pasa sólo en nuestro país, vale recordar en el año 2000 los bullados casos de Enron y WorldCom en EE.UU. de Norteamérica.
Y todos estos últimos casos también han repercutido en la normativa. Sólo por mencionar algunos cambios en materia de gobiernos corporativos, cabe señalar: funcionamiento de los directorios, materias y responsabilidades de los comités de directores, autoevaluación de directores, etc. Y para las empresas locales con valores colocados en la NYSE, los escándalos financieros en EE.UU. del año 2000 determinaron la dictación de la Ley Sarbanes-Oxley.
El regulador
El regulador
Dura ha sido la tarea del regulador cada vez que ha surgido alguno de los casos antes mencionados. Y el rol de regulador, en estos casos, ha correspondido a la Superintendencia de Valores y Seguros.
Muchos superintendentes ha tenido Chile entre 1981 y hoy. Todos han jugado un rol relevante en el desarrollo y perfeccionamiento de la normativa que enmarca el gobierno de las empresas nacionales. Y dependiendo de la notoriedad pública que ha tenido cada uno de los casos, ha surgido, con más o menos intensidad, la permanente discusión en torno a los sutiles límites que existen entre la regulación del Estado y la autorregulación que el sector empresarial debe imponer al interior de sus organizaciones.
He sido ejecutivo y director de empresas por muchos años y creo firmemente en el valor de la autorregulación al interior de las empresas. Pero no puedo dejar de reconocer que un mercado de capitales que, como el chileno, pretende ampliar sus fronteras (en una columna anterior me referí a la LUF o Ley Unica de Fondos), requiere de un regulador que tenga las capacidades técnicas y legales para corregir las desviaciones que se puedan producir, de tiempo en tiempo, en el accionar de algunos actores del mercado.
Rol de los directorios
Rol de los directorios
La pregunta que surge entonces es: si el regulador está haciendo su tarea, ¿que hacemos desde la empresa para reforzar el gobierno corporativo y salir en la prensa por emprendimientos y desarrollo, más que por escándalos financieros?
Primero pongamos el tema en perspectiva. El patrimonio bursátil en 1981 era de US$ 6.000 millones, mientras en 2012 llegaba a US$ 300.000 millones. O sea, mientras los contados casos ocurrían, el patrimonio crecía cincuenta veces.
¿Significa entonces que no debemos hacer nada y descansar en los hombros del regulador?
Creo que no. Que los directores debemos reforzar esfuerzos en materia de agregación de valor de TODOS LOS ACCIONISTAS, de generar ambiente de control, de crear cuadros ejecutivos de excelencia, de señalar estrategia identificando los riesgos, etc.
Si no lo hacemos los que estamos en la empresa, obligamos al regulador a que nos muestre el camino. Y quizás no nos guste.