Un histórico cilicio y bordados majestuosos EN Castillo Wulff
Cultura. Exposición, organizada por Centro de Conservación de Textiles de la UV, está mostrando vestuario y objetos de las iglesias más antiguas de la zona.
El cilicio es un pequeño tejido de argollas metálicas con púas que se amarra a la cintura o los muslos para provocar dolor y, a raíz de él, identificarse con la pasión de Jesús, tal como alguna vez lo hizo Santa Teresa de Los Andes con el artefacto que hoy se exhibe en el Castillo Wulff, además de una decena de vestimentas sacerdotales decoradas por majestuosos bordados hechos a mano durante el siglo XIX, en el contexto de la exposición de Semana Santa organizada por el Centro de Conservación de Textiles de la Universidad de Valparaíso y la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Viña del Mar.
"Más que cosas en sí, lo interesante es lo que te pueden comunicar estas piezas", dijo Ángela Herrera, docente de la Escuela de Diseño de la UV, frente a la belleza y perfección del decorado de hilos metálicos y abalorios que adorna una casulla perteneciente a los Padres Pasionistas de Viña del Mar, atuendo que pesa más de diez kilos y que se dejó de usar en 1965 debido al Concilio Vaticano II, reforma a la Iglesia Católica que ordenó a los sacerdotes decir la misa mirando a los fieles, ya que antes se realizaba de espalda. Sin embargo, las prendas pertenecientes a las iglesias de La Matriz, de los Doce Apóstoles y del Cerro Barón tienen silenciosas voces que hablan a través de "los materiales con que están hechas, muchos de ellos que hoy ya no se usan, por ejemplo, los hilos metálicos hechos a mano, oficio que ya no existe porque es muy caro", contó la directora del Centro de Conservación de Textiles de la UV.
Asimismo, en las espaldas de las vestimentas se pueden encontrar relatados los cimientos de la fe católica, como la Pasión de Jesucristo que "empieza el pan, luego viene la corona de espinas -explicó el administrador del Castillo Wulff y diácono, Francisco Laredo-, para finalizar con el Cordero portando el estandarte de la Resurrección", todo bordado en una capa española del siglo XIX. "Piezas chilenas no tenemos en el Centro, pero sí hay algunas que presumimos que pueden ser de acá a partir del tipo de bordado que tienen, que es más sencillo, y también porque aparecen flores que son de la zona y no de Europa, donde se ubicaban los grandes centros de confección", afirmó Ángela Herrera.