En la ciudad galesa de Newport, los aliados de la OTAN comenzaron ayer a celebrar su cumbre bianual, cuya primera jornada se centró en analizar la fase final de la intervención del bloque en Afganistán y la delicada situación en el territorio oriental de Ucrania.
En la cita, el Presidente de EE.UU., Barack Obama, recabó el apoyo de los aliados para responder a la agresión rusa en el este de Ucrania y afrontar la violencia yihadista en Irak.
En concreto, Obama intenta unificar la respuesta de la Alianza Atlántica a las acciones de Rusia, después de que Ucrania denunciara una 'invasión' de su territorio. Obama ya ha adelantado que estudia más sanciones contra Rusia a fin de repeler la agresión del Kremlin, mientras los aliados anunciaron una asistencia de 15 millones de euros a Ucrania para ayudar a sus reformas militares.
Dada la inquietud de Washington por el comportamiento de Rusia en la frontera con Ucrania, los aliados invitaron a la cumbre al Presidente ucraniano, Petro Poroshenko, quien ayer tuvo una reunión con los líderes de EE.UU., el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia.
En ese sentido, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, explicó que se trató de una 'conversación muy sincera sobre los desafíos que afronta Ucrania'. 'El Presidente Poroshenko fue muy claro sobre su deseo de encontrar una salida pacífica', indicó Kerry, si bien reconoció la necesidad de una respuesta 'fuerte' aliada ante Rusia.
Por su parte, Poroshenko agradeció el 'apoyo, unidad y solidaridad con Ucrania' que ha demostrado EE.UU., y alertó que su país vive 'momentos muy difíciles' para defender la 'democracia y la libertad', así como 'la integridad territorial del país'.
Ante la escalada de la crisis ucraniana, los aliados esperan acordar hoy la puesta en marcha de una fuerza de acción 'rápida' para ser desplegada a corto plazo, no más de cuatro días.