"Son desafíos interesantes encontrar respuestas a cosas tan irrespondibles"
Cultura. La periodista y escritora argentina Leila Guerriero adelanta algunos detalles de lo que será su intervención por partida doble en el Festival Puerto de Ideas.
En un mundo donde los periodistas parecemos incapaces de desprendernos del celular, el whatsapp o twitter, Leila Guerriero se alza como una disidente. "El teléfono celular no me funciona como invasión, porque prácticamente no me funciona. Ni siquiera tengo uno nuevo, sino uno viejísimo que no tiene conexión a internet", asegura entre risas esta argentina que colabora para "El País" de España, es editora para el Cono Sur de "Gatopardo", y también es autora de libros como "Los malditos" y "Plano americano", entre otros múltiples trabajos.
Sin embargo, debido precisamente a sus labores para varias publicaciones internacionales debe estar pendiente del correo electrónico. "Tengo que mirar, porque hay que cortarle una línea a la columna, necesito fijarme en este título, qué sé yo y no puedo decir 'no, estoy creando'", dice refiriéndose al enclaustramiento al que se somete cuando debe escribir un reportaje o un libro, y del que solo sale "para cumplir tareas como ir a compras verduras y correr", pues concentrarse le cuesta unos días y para sostener ese estado "a mí me hace falta el encierro".
Con los pies en la tierra
Un extenso curriculum que interesó a Chantal Signorio, directora ejecutiva del Festival Puerto de Ideas, para invitarla a la primera edición del evento. Encuentro que no se pudo concretar. "Lamenté muchísimo no poder ir. Además fue la única vez en mi vida que cancelé algo y fue por una cuestión familiar, muy de salud, muy desagradable y la verdad es que fue muy feo tener que hacerlo, a pesar que son de esas cosas que se te van de las manos. Pero igual me sentí muy mal", reconoce.
Sin embargo, llegó el momento del desquite para la autora, pues este año participará de manera doble en la actividad: por una parte, realizará un diálogo con su amigo y editor en Chile, Matías Rivas, titulada "Detrás de escena"; y por otra será parte del panel "¿Y si es gratis quién paga?", en el que se debatirá sobre los derechos de autor.
-¿Qué le parece poder concretar su participación en Puerto de Ideas?
-Para mí es fantástico y es súper grato poder ir a Valparaíso, donde estuve el año pasado.
Leila Guerriero fue jurado del premio Manuel Rojas cuya última deliberación se realizó en la Biblioteca Severín. Es por eso que asegura "tengo los mejores recuerdos del futuro, o sea, tengo ganas de ir y encontrarme con la gente. Lo que sí me parece asombroso es contar con cierto público lector ahí en Chile. Bueno, eso siempre me asombra un poco en todos lados", dice entre risas.
El hecho de tener seguidores "me parece una especie de milagro raro", sostiene. Relata, por ejemplo que hace dos semanas estuvo en Venezuela, en el que no publica mucho sus obras - "es un país al que los libros no llegan de manera fácil y la circulación es un poco complicada"-, y al que no iba desde 2004 para realizar tres actividades públicas.
"Dije: no va a ir nadie a las charlas o talleres; entonces, hablamos de hacer una especie de charla magistral con inscripción restringida para 15 personas, y se anotaron 100"; mientras que al día siguiente el conversatorio que tenía preparado para una sala tuvo que ser cambiado a una más grande "porque no cabía la gente". "A mí -continúa- todo eso me parece muy grato y muy peligroso también".
-¿Por qué?
-Porque uno se acostumbra fácil a la adulación y el buen trato y todo eso. Y uno no es monedita de oro para todo el mundo, obviamente siempre hay gente que tu trabajo no le gusta o qué sé yo. ¿Cómo podría pensar que a todo el mundo le encanta lo que hago? Sería un monstruo.
-Tendría un ego gigante.
pensando el periodismo
"¿Por qué uno se pone a pensar en estas cosas? La verdad es que uno se pone a pensar en estas cosas por suerte, porque te las preguntan", dice la periodista. "El otro día leí algo que decía Daniel Barenboim (director de orquesta argentino israelí) de que uno no se sienta a interpretar o componer una pieza con un a priori súper racional, pero sin la reflexión a posteriori de todo eso es muy difícil crecer, llegar a un nivel superior. Uno tiene que ser capaz de explicar por qué hace lo que hace, y tiene que tener una respuesta para uno mismo también que supere el 'me gustó' porque esa no es una respuesta, no me genera dudas, no me genera nada".
-¿Y por qué es necesario repensar lo que uno hace en un evento como éste?
-Porque te interpelan de otra manera. Uno muy difícilmente se sienta en la soledad de su escritorio y empieza a pensar porque sí, sin responder a una demanda externa, cuál es el motivo por el cual uno hizo o tomó tal decisión; por qué lo convocan determinados temas, etc. Entonces me parece que estas son oportunidades estupendas para llevar ese grado de reflexión a un estadio superior, y eso necesariamente tiene un reflejo en el trabajo propio, en la autoconciencia del texto.
-Pero no son cosas fáciles de responder.
-A veces son difíciles de responder, y antipáticamente uno termina respondiendo con una mezcla de experiencia e intuición, pero algo en el orden de la verdad que trasciende un poco esa respuesta tan vana. A mí me interesa, me parece que son desafíos interesantes tratar de encontrar respuestas a estas cosas tan irrespondibles.
-Además si uno trabaja en el día a día se hace mucho más complejo.
-Sí, y creo que es muy difícil o muy pretencioso pretender, para ser redundante, que un periodista que está acosado por el cierre y por la vorágine, en vez de ir al cine o dar una vuelta con su marido se siente y diga ahora me voy a poner a pensar por qué hago lo que hago. Me parece que son oportunidades muy buenas, como un espacio que se abre en la rutina para decir bueno pensemos un poco en torno a esto, discutámoslo, es el momento para decir sinceramente las dudas, los temores, etc.
Si bien este diálogo fue consensuado con Chantal Signorio y Matías Rivas, su inclusión en el debate fue una invitación hecha por la directora ejecutiva de Puerto de Ideas. "Me la propuso a partir de una columna mía que leyó en 'El Mercurio' que se llamaba 'Escribir da trabajo'. No es como que yo tenga una gran investigación sobre el tema, y dije que sí, pero que mi postura iba a ser la de hablar desde el lugar de la persona que escribe; que considera que eso es un trabajo y no un hobby y debe recibir una remuneración. Yo quiero vivir de esto, no quiero tener una carnicería y con lo que me da la carnicería dedicarme a escribir".
-¿Considera que son necesarios este tipo de encuentros?
-Me interesa mucho ir a espacios donde se pueda escuchar a los escritores sobre lo que hacen. Es como encontrarte como en una especie de salón de la fama de todos los escritores, editores; y para mí sigue siendo como entrar a un espacio de mucha curiosidad, riqueza y capacidad, porque creo que te cruzas de repente con frases, con gente que está sobre el escenario, y de repente dicen lo podría haber dicho yo; o te interpela en un lugar de incomodidad súper interesante.
Leila Guerriero -quien alguna vez trabajó en radio en su natal Junín aunque mucho antes de hacerse periodista-, siempre ha estado ligada al papel. Hace poco, también le ofrecieron hacer televisión en México, pero no aceptó por razones de tiempo y porque no está acostumbrada a hacer entrevistas de respuestas rápidas.
La próxima semana volverá a Chile -un país donde tiene grandes amigos, como Andrea Palet-, para hacer clases en un magister de la Pontificia Universiad Católica. Serán cuatro horas de clases diarias en las mañanas durante dos semanas, y en las tardes se concentará en editar o escribir columnas. "Las columnas de opinión son lo único que puedo escribir en viajes, o terminar de redondear alguna nota que ya esté escrita, para el resto necesito aislamiento", finaliza.