Sorprende que se sorprendan
Los cambios que la Presidenta Bachelet le planteó al país son tremendamente ambiciosos y abordan distintas esferas de gran relevancia para nuestra sociedad. Para nadie es un misterio que ello, naturalmente, genera incertidumbre en todos los sectores en mayor o menor medida. Por lo mismo, sorprende que hoy el Gobierno se sorprenda con los resultados de las últimas encuestas, cuando en este tiempo se han generado las condiciones para ello.
En efecto, el clima social en el que se pudiesen generar los cambios es fundamental para su éxito. De alguna manera la población está más dispuesta a asumirlos en la medida que exista diálogo y reflexión, sin actitudes mesiánica ni menos confrontacionales, entendiendo que siempre existirán visiones diferentes para un mismo tema, por lo que solo el diálogo, el respeto y la disposición abierta a escuchar logra como resultado el mejor proyecto posible. Se debe entender también que en una democracia, en definitiva, son las mayorías las que al final deciden.
Por esta razón, la estrategia política y comunicacional debían ir de la mano, cuidadosamente manejadas y muy bien organizadas para el logro del fin señalado. Tanto gobierno como Nueva Mayoría debían adecuar sus discursos, procurando no ahondar en esa incertidumbre, sino por el contrario, dar certezas de que estos cambios son lo mejor para el país. Lamentablemente, distintos discursos y opiniones dieron señales equivocadas.
Es cierto que en ese proceso se debía considerar una oposición bastante fraccionada, con sectores más abiertos a los cambios y otros, que por naturaleza, se oponen a todo lo que tenga olor a cambio. Hay que tener presente y la ciudadanía lo sabe, que un sector extremadamente conservador actúa sin necesariamente medir las consecuencias de sus actos, cuando es sabido que la salud futura del país, depende en gran medida que se supere la profunda desigualdad existente.
Por lo tanto, y consecuente con la conducta asumida por el Gobierno y la Nueva Mayoría, no comprendo que hoy se sorprendan frente a los resultados de las encuestas. ¿No sabían que su conducta los llevaría a esto? Siempre la soberbia, en este caso de los votos, es la peor concejera.
Sin embargo, quienes tienen la responsabilidad de dar los lineamientos estratégicos, al parecer no hicieron elementales análisis que los llevarían a establecer esta lógica conclusión y, por lo mismo, son quienes debieran pagar la cuenta.