El cineasta Manoel de Oliveira, fallecido el jueves a los 106 años, fue despedido ayer en su Oporto natal por las principales autoridades de Portugal, famosos como John Malkovich y sus admiradores.
La muerte de De Oliveira, que era el director más longevo del mundo en activo, enlutó al mundo cultural portugués y a la ciudad de Oporto, en la que fue ayer enterrado en el cementerio local de Agramonte en una ceremonia parcialmente privada.
La urna del perenne director, que había partido de la iglesia Cristo Rei de Oporto, donde había celebrado el velatorio de 24 horas, llegó el camposanto de Agramonte entre los aplausos de familiares, colegas de profesión, amigos y admiradores.
Especialmente emocionados estuvieron la viuda de De Oliveira, Maria Isabel Brandão, de 96 años, y su nieto y actor fetiche, Ricardo Trêpa, de 42 años.
En los homenajes al cineasta tampoco faltaron las representaciones de más alto rango del Estado portugués: el Presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, y el primer ministro luso, Pedro Passos Coelho.
"Felizmente, tuvo una vida larga y completa, que disfrutó también con su familia. Nos dejó una obra extraordinaria. Una obra universal", manifestó Passos Coelho, cuyo Gobierno decretó dos días de luto.
Durante sus más de ocho décadas de producción, De Oliveira, que comenzó su carrera en el cine mudo con "Douro, Faina Fluvial" (1931), dirigió cerca de 60 películas y obtuvo varios reconocimientos internacionales, con galardones en Venecia (1985), Cannes (2008) y Berlín (2009).
Su obra, parcialmente desconocida en Portugal, fue muy apreciada por los ambientes intelectuales de Europa, sobre todo en Francia, y en los de Brasil.
Recordado como una persona afable y con un fino sentido del humor, era la figura cultural más icónica de Portugal desde que falleció el escritor José Saramago en junio de 2010.