El futuro de Viña del Mar
Durante estas semanas, han aparecido múltiples comentarios respecto a si Viña del Mar es una ciudad de bella. Más que seguir dando vueltas sobre este punto, es fundamental mirar hacia adelante y asegurar que Viña vuelva a tener el encanto que alguna vez tuvo.
Para lograrlo, es fundamentar definir lo que va a ocurrir en las 17 hectáreas, donde estaban ubicadas las empresas petroleras. Si este espacio termina transformándose en el mega proyecto inmobiliario que se ha proyectado la ciudad va a colapsar. Basta calcular el movimiento de tierra, camiones tolva y transporte de cemento que una empresa de estas características involucraría. No solo por el aumento de tráfico, sino por los daños que causan estos vehículos en las calles y los riesgos implícitos en cada una de estas obras.
El primero, en este caso, es ambiental. No está claro si se puede edificar una obra de este tipo en este espacio. Segundo, que ésta, por diversas razones, no cumpla con los plazos estipulados y quede paralizada como ha sucedido con los trabajos de un nuevo mall en 14 norte, el hotel donde estaba el Sanatorio Marítimo y, el caso más complejo, los estacionamientos en el centro de la ciudad.
La construcción de nuevos edificios y oficinas comerciales, se habla de cerca de 5 mil nuevos departamentos, tendrán además como consecuencia el aumento explosivo de vehículos, personas y servicios que congestionarán todavía más un sector que ya está sobresaturado. El negocio, aunque lucrativo para las inmobiliarias, podrían terminar colmando a Viña del Mar y transformándola en una ciudad insoportable.
Lo que ha hecho la Municipalidad al frente de las petroleras, los paseos, ciclovías y juegos, su aprovechamiento por parte de los propios habitantes y turistas, especialmente, durante los fines de semana, pareciera ser el camino a seguir.
¿Por qué no soñar con un espacio abierto a la comunidad y sus visitantes? 17 hectáreas transformadas en un gran paseo con un centro de eventos que acoja actividades culturales, canchas de fútbol, multicanchas, más máquinas para realizar ejercicios, un pequeño anfiteatro abierto y jardines, múltiples jardines.
Seguir el ejemplo de las ciudades más importantes del mundo que, pese al alto valor de sus terrenos, poseen espacios destinados a parques que son abiertos a la comunidad, algunos de ellos transformados en íconos, como sucede con el Central Park de Nueva York de 341 hectáreas. Avenida Libertad, Álvarez, Recreo, han sido víctimas de esta fiebre inmobiliaria que amenaza con transformar a Viña del Mar en un híbrido. Una ciudad que es cada vez más difícil de reconocer.
En definitiva, lo que suceda con este terreno, definirá el destino de una ciudad cuyo principal patrimonio histórico, el turístico, podría hipotecarse para siempre si se inclina la balanza por los intereses de unos pocos.
Gonzalo Serrano