"¿Qué es lo que hace que una ciudad sea bella como París? Su política de alineamiento. Todos los edificios están exactamente a la misma distancia de la calle, tienen igual número de pisos e idéntica línea de techo, además de estar construidos con el mismo material, motivo por el que la capital francesa, desde el plano de vista estético, es perfecta", explicó el filósofo Jean-Louis Déotte, profesor emérito de la Universidad de París VIII y uno de los referentes en el pensamiento estético actual, durante la conferencia titulada "Walter Benjamin y el Barón Haussmann", en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso.
Allí, Déotte se refirió al pensamiento de Benjamin sobre que el siglo XIX habría preparado el escenario para el totalitarismo de los tiempos posteriores, principalmente a través de mensajes estéticos que perduran hasta la actualidad, como el diseño urbano de París, encargado por Napoleón III al Barón Haussmann, quien "transformó la perspectiva en un peluche para el ojo" a través de los pasajes cubiertos (galerías) para unir puntos estratégicos de la ciudad por medio del desplazamiento de puentes y esculturas alineados con la Plaza de la Bastilla, "en una estrategia militar que modernizó la estructura medieval", afirmó el filósofo.
De este modo, el prefecto trazó las vías de comunicación en un "proyecto para conectar las estaciones de tren y cubrir canales que generaron las amplias avenidas para permitir el paso de la caballería, junto con ligar a los regimientos", dijo Déotte, afirmando además que para conseguir la perfecta simetría en la construcción de los edificios parisinos, el Barón Haussmann promovió que cada cortesano comprara un terreno.
"El problema de estos esquemas es que luego no se puede hacer nada más, ninguna intervención ni inmuebles contemporáneos. Hausmann es intocable. Hoy se puede modificar el interior de una construcción, pero no su fachada, entonces, retomando el pensamiento de Walter Benjamin, París está encerrado en un sueño del siglo XIX", ilustró el profesor de estética.
"El mundo del sueño colectivo es más importante que la vigilia porque constituye una fantasmagoría imaginaria y tal vez la única oportunidad para los arquitectos franceses de hoy es el legado de algún Presidente que siempre inaugura un edificio, lo que permite cada cinco años una salida al sueño decimonónico a través de un nuevo museo, (...) el lugar de inclusión donde el material de las obras crea el sueño, de ahí la razón de que cada Mandatario torne la inauguración un asunto de Estado".
Valeria Barahona