Un estudio británico encontró que el sistema inmune funciona de manera distinta en cada estación del año, lo que podría explicar por qué ciertos padecimientos, como enfermedades al corazón y artritis reumatoide, se agravan en el invierno, mientras que en el verano la gente suele tener mejor salud.
Este hallazgo, publicado ayer en la revista Nature Communications, muestra que la actividad de casi una cuarta parte de nuestros genes (5.136 de 22.822 genes analizados) varía según el periodo del año, y que algunos están más activos en el invierno y otros más activos en el verano.
Según los autores, pertenecientes a la Universidad de Cambridge, esta variación también afecta a las células inmunes y a la composición de la sangre y el tejido adiposo, es decir, la grasa.
Desde hace algún tiempo se sabe que varios padecimientos, entre ellos enfermedades cardiacas, enfermedades autoinmunes como diabetes tipo 1 y esclerosis múltiple, además de desórdenes siquiátricos, varían según la estación del año, al igual que el metabolismo de la vitamina D.
Sin embargo, ésta es la primera vez que científicos muestran que ello puede deberse a cambios en la función del sistema inmunológico derivados del periodo del año, según destacó la Universidad de Cambridge en su sitio web.
"MUY SORPRENDENTE"
El profesor John Todd, director del Wellcome Trust Diabetes and Inflammation Laboratory del plantel británico, calificó el descubrimiento como "muy sorprendente" aunque "casual".
"En cierto modo es obvio. Ayuda a explicar por qué tantas enfermedades, desde enfermedades al corazón hasta enfermedades mentales, son mucho peor en los meses de invierno. Pero nadie había apreciado el alcance de esto. Las implicaciones para la forma en que tratamos padecimientos como diabetes tipo 1, e incluso la forma en que planificamos nuestros estudios de investigación, podrían ser profundas", sostuvo Todd.
Un equipo internacional encabezado por científicos de ese laboratorio examinó muestras de más de 16 mil personas que vivían tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur, específicamente en países como el Reino Unido, EE.UU., Islandia, Australia y Gambia. Estos análisis incluían una mezcla de muestras de sangre y tejido adiposo.
Los responsables del experimento usaron varias técnicas para estudiar las muestras, entre ellas la observación de los tipos de células encontradas en la sangre y la medición del nivel de expresión de los genes individuales, es decir, el nivel de actividad de los genes en un tejido o célula en particular.
A partir de ello encontraron que los miles de genes se expresaron de manera distinta en la sangre y el tejido adiposo dependiendo del periodo del año en que fueron tomadas las muestras. De manera similar, los investigadores identificaron diferencias estacionales en los tipos de células encontradas en la sangre.
HEMISFERIOS
Según el equipo, las diferencias estacionales estuvieron presentes en todas las poblaciones, cualquiera haya sido su ubicación geográfica o su etnia. No obstante, los genes "estacionales" mostraron patrones opuestos en los hemisferios norte y sur. A pesar de ello, el patrón de la actividad estacional no se reflejó tan fuertemente en los donantes islandeses. Los investigadores creen que esto se puede deber a las casi 24 horas de luz de día en el verano y a las casi 24 horas de oscuridad en el invierno que se registran en ese país.
La investigación fijó su atención en un gen llamado ARNTL, que fue más activo en el verano y menos activo en el invierno y un conjunto de genes asociados a la respuesta a la vacunación.
Aunque no está claro qué mecanismo está detrás de la variación estacional en el funcionamiento del sistema inmune, los científicos especulan que podría deberse a factores ambientales, tales como la luz de día y la temperatura ambiente. El reloj interno del cuerpo -conocido como "ritmo circadiano"- está en parte coordinado por los cambios en la luz del día, lo que explica por qué los trabajos en turnos o de noche pueden afectar la salud de las personas.
Mabel González
22.822
genes se
analizaron en este estudio británico. De ellos, casi una cuarta parte (5.136) varió su actividad según la estación del año.
16.000
personas fueron
estudiadas por los científicos a través de muestras de sangre y tejido adiposo.
3
tipos de
inmunidad poseen las personas: innata (o natural), adquirida (o activa) y pasiva.