Antes se llamaban poblaciones callampa; ahora, campamentos. Pero el resultado es el mismo: asentamientos de numerosas familias en precarias condiciones de vida. Factor común: pobreza e indignidad para miles de seres humanos. Faltan servicios, la conectividad es precaria y la inseguridad se da en varios frentes: delincuencia, riesgos de derrumbes, inundaciones, incendios y problemas generalizados de salud.
Esta realidad es especialmente fuerte en la Quinta Región donde se ubica la mayor cantidad de campamentos del país, que albergan a 7.531 familias que han generado esos espacios tras "tomas", que se mantienen en el tiempo.
La situación es vergonzante en Viña del Mar, donde se concentra la mayor cantidad de campamentos que acogen a 3.940 familias, cifras de la Fundación Techo, la cara más fea de la medalla de la "ciudad bella".
El problema de fondo es la demanda de vivienda de las familias más pobres, sin ubicación ni recursos. Los programas oficiales no cubren ese grupo y la solución, a veces ilusoria, son las "tomas".
El problema está en que esas ubicaciones irregulares eligen muchas veces terrenos de mala calidad, lejos del centro y lugares de trabajo o estudio, donde a la vez hay problemas de propiedad.
Sin embargo, ya establecidos esos grupos humanos, la autoridad debe atender la situación de hecho, a veces a costos muy superiores a soluciones formales en espacios adecuados. Pero la realidad y la pertenencia que las familias ya radicadas sienten por esos espacios obligan a abordar el tema.
Y el primer paso, buscando hacer bien las cosas, son los estudios de urbanización. Es el caso del mayor de todos los campamentos de Viña del Mar, el Manuel Bustos, asentamiento para el cual se licitó un estudio. No hubo interesados aduciendo fallas en las bases. Nueva demora, más tiempo, pero los tiempos de la burocracia son muchos más lentos que los tiempos de quienes sufren en el día a día. Tienen razón los pobladores para estar indignados. Las explicaciones no sirven.
Hay que mirar hacia atrás, ver que las "tomas" en Viña del Mar y el resto del país no son cosa de hoy. Los asentamientos irregulares los encontramos ya en los años 50 del siglo pasado con los conocidos casos de Achupallas y Villa Dulce, por mencionar algunos, sectores hoy consolidados.
Hay allí experiencias que examinar para avanzar con rapidez y sin tropiezos. Es posible, con voluntad y recursos, atender en lo inmediato necesidades de salud, transporte y seguridad. Esa es la tarea de hoy en que deben mostrar nervio, músculo y corazón la Municipalidad, ministerios y también la comunidad en general.