Cristián Rodríguez F.
Durante la noche del viernes la sigla 13-N comenzó a repetirse incansablemente en diferentes partes del mundo. Emulando la reconocida 11-S que recuerda los ataques a las torres gemelas de Nueva York, la nueva grafía tomó fuerza como una manera de aludir a uno de los ataques terroristas más violentos de las últimas décadas. Los múltiples atentados ocurridos la noche del 13 de noviembre en París, Francia, fueron considerados por las autoridades mundiales como "una etapa" de la tercera guerra mundial y como un "acto de guerra".
A dos días de lo ocurrido y con la confirmación -hasta el cierre de esta edición- de 129 personas fallecidas, entre ellos tres chilenos, los testimonios de los franceses y de quienes se hallaban en el país al momento de los atentados comienzan a graficar cómo fueron los crueles ataques orquestados por el Estado Islámico, que a través de un comunicado se atribuyó los hechos.
Entre los testigos estaba Narciso Vergara Rojas, viñamarino de 46 años y que en el minuto de los atentados trabajaba al interior del conocido restaurante "56", ubicado en la Torre Eiffel. En declaraciones a este Diario, el fotógrafo de profesión relató cómo fueron los minutos de terror durante la noche del viernes.
"Estaba trabajando en el restaurante y al terminar la jornada nos avisan que se produjo un atentado en París. Fue extraño para nosotros y no lo tomamos muy en serio. Pero cuando ya nos preparábamos con mis compañeros de trabajo para salir, nuestro jefe nos aconseja tomar taxi para llegar pronto a nuestras casas. En ese momento empecé a sentir que la situación estaba medio complicada", contó Narciso, quien hace cinco años se fue a Francia por amor.
Una vez que bajó de la Torre Eiffel con las recomendaciones hechas por su jefe, le extrañó la presencia de cinco patrullas de fuerzas especiales que estaban cerrando el acceso a uno de los principales monumentos del país galo. "Estaban llegando más policías y me fue difícil encontrar taxi porque todos pasaban llenos y me di cuenta que las personas iban con cara de preocupación. Era viernes y fue extraño que no hubiesen muchas personas en las calles", relató.
Cuando logró tomar taxi, comentó que a través de redes sociales y de los mensajes que le mandaban sus propios amigos y familiares desde Chile, se dio cuenta de lo que había sucedido en la capital francesa. "Mientras me dirigía a mi casa me fui dando cuenta de lo que estaba pasando. Los carros de emergencia y de la policía pasaban en dirección a los atentados cerca de La Bastilla, y a cuadras de la oficina de la revista Charlie Hebdo", dijo.
Conmoción y tristeza
Con residencia en La Garenne Colombes, una ciudad ubicada en las afueras de París, Narciso dijo que en las calles galas hay una sensación de tristeza. A pesar de que aseguró que los ciudadanos franceses "se van a levantar", dijo que existe gran conmoción por los múltiples ataques perpetrados.
"La gente está triste, conmocionada y choqueada por lo que pasó. Es el mismo shock que tuvieron cuando atacaron la revista Charlie Hebdo. Los franceses comentan la situación con tristeza", sostuvo.
Sin embargo, dijo que en las ciudades más periféricas del país, "el francés no tiene susto, no tiene miedo. Hoy las panaderías y peluquerías estaban abiertas. Los locales estaban funcionando normalmente, salvo en las grandes avenidas porque el Gobierno ordenó que se cerraran los locales donde hubiesen encuentros masivos de personas. De todas maneras, la gente no tiene muchas ganas de salir".
Pese a ello y tras el conocimiento que ha adquirido en los cinco años que lleva viviendo en el país, sostiene que la situación puede ser complicada para los propios musulmanes que viven en Francia. "El futuro se vislumbra bastante duro porque ya hay ojos divididos en contra de la gente que es árabe o musulmana, o tiene atuendos de ese tipo. La gente no dice nada, pero no los aceptan mucho. Esta situación creo que va a ser complicada", dijo.
A pesar de la crítica situación que vive el país francés, el viñamarino dijo que no quería volver a Chile. Su situación familiar (casado con una francesa) y económica lo hacen permanecer en el lugar donde se produjeron los ataques. "Si se pone muy complicado, creo que me iría a un país más cercano como Portugal", contó.