Las principales tendencias en planificación urbana a nivel global van estableciendo crecientemente el énfasis en el diseño de nuevos barrios bajo una perspectiva integral, donde la arquitectura cede parte de su protagonismo para otorgar un bienvenido espacio a otras disciplinas y técnicas, en una fórmula que permite llegar a soluciones que, además de valor económico, generan valor urbano, social y medioambiental.
Se trata de un cambio de perspectiva que se viene gestando desde hace alrededor de dos décadas, impulsado en un comienzo por la necesidad de contener la expansión inorgánica y desestructurada de las grandes urbes.
La implicancias prácticas para el diseño de ciudades son diversas. Se debe explorar primero el tejido social que rodea cada iniciativa. El objetivo es que el diseño urbano adquiera la mayor consistencia posible con la identidad de la ciudad en que se inserta. Se busca, además, individualizar aquellas potencialidades en las que el proyecto puede ser un agente catalizador.
Otro punto interesante radica a nivel medioambiental. Sabemos que cualquier proyecto genera externalidades. Hoy, es posible superar una concepción elemental del cuidado del medio ambiente, para entrar de lleno en el campo de la regeneración. Más que proteger el entorno o mitigar el daño ambiental, se busca regenerar la salud urbana, a través de la integración de los servicios del ecosistema en los espacios urbanos.
Lo anterior plantea importantes desafíos a la hora de planificar un desarrollo urbano. Los procesos se hacen más extensos, complejos y costosos, por el importante componente de diálogo urbano que es necesario establecer con la comunidad, entre otras variables. Por ello, a nivel global son aún pocas las experiencias de este tipo y casi siempre nacen a partir de un modelo de financiamiento público-privado. En tal sentido, el proyecto privado que se busca llevar a cabo en el terreno de Las Salinas adquiere un carácter pionero.
Los elementos estructurantes del Plan Maestro que recientemente dimos a conocer en el último taller de diálogo urbano surgen de una labor que se extiende ya por más de dos años. De allí surgieron, tanto los elementos esenciales que definen la vida en Viña del Mar, como las potencialidades de la ciudad. Entre estas se encuentran la interconexión con la trama urbana, nuevas áreas de parques, laderas y otros relacionados al borde costero, usos mixtos como requisito de vida… todo en torno a la importancia de los espacios públicos como lugares de encuentro de la comunidad.
Esto nos hizo llegar a definiciones tales como limitar la constructibilidad del proyecto a dos tercios de lo permitido por el Plan Regulador Comunal, la de destinar el 40% a espacios de uso público, la idea de dotar a Viña de un centro de convenciones y la integración de Santa Inés con el borde costero.
Con este primer avance establecimos sólidas bases, enraizadas en los atributos identitarios de la ciudad, ofreciendo soluciones concretas en ámbitos definidos -junto con distintas organizaciones ciudadanas e instituciones de la región- como prioritarios para aportar a su revitalización.
Estamos convencidos que existe un enorme potencial para llevar a Viña del Mar a dar un nuevo e importante paso en su regeneración como ciudad saludable, con un promisorio futuro, siempre y cuando esta propuesta pueda constituirse en modelo o referente de otros desarrollos urbanos. En este contexto, el proyecto en el terreno de Las Salinas busca entregar un testimonio que existe una nueva y mejor manera de "hacer ciudad".
Gerente de Desarrollo Inmobiliaria Las Salinas
Ricardo Labarca, arquitecto