Argentina: cambiando la política cambiaria
ESCENARIO. El inicio del gobierno del ingeniero Mauricio Macri y sus probables decisiones sobre el tipo de cambio.
Esta semana, específicamente el jueves 10, se llevó a cabo el cambio de mando presidencial en la República Argentina, lo cual anticipa, dadas las declaraciones del entonces candidato electo, ingeniero Mauricio Macri, una significativa modificación a la política cambiaria del país.
El "cepo cambiario"
Desde 2011, dados los problemas estructurales que generaron escasez de dólares, el gobierno de Cristina Fernández adoptó un conjunto de medidas, que fueron aumentando en el tiempo, cuyo objetivo era limitar la demanda por la divisa norteamericana, sistema conocido, coloquialmente, como "cepo cambiario". Algunas de esas medidas incluyeron solicitar autorización a una agencia federal para comprar dólares, compromisos de exportación para poder recibir autorización de importación, impuesto sobre el uso de cupo en dólares de tarjetas de créditos, entre muchas otras más.
Una consecuencia del conjunto de mecanismos implementados ha sido la generación de una gran brecha entre el valor del dólar oficial y el del mercado paralelo ("dólar blue" como es llamado en la República Argentina). La semana pasada, mientras el tipo de cambio oficial se ubicaba en torno a los 9,7 pesos argentinos por dólar, el "dólar blue" llegó a los 14,7 pesos, es decir un 50% sobre el valor oficial, lo cual refleja la baja credibilidad en la sostenibilidad de la política adoptada y el gran espacio para la especulación que ha producido, siendo más rentable, para algunos, dedicarse a transar dólares en el mercado informal en lugar de producir bienes y servicios.
Lo que se espera
El nuevo presidente Macri ha anunciado el fin del "cepo cambiario", transitando hacia una flexibilización cambiaria, lo cual tendría que pasar por una devaluación de la moneda, por lo que vale preguntar ¿por qué flexibilizar el mercado cambiario? y ¿cuál es el riesgo?
En países de la región, una característica particular es tener una canasta exportadora centrada en commodities; en el caso de Argentina, la soja, cuyos precios presentan alta volatilidad, por lo que el flujo de entrada de dólares a la economía del país es inestable. En consecuencia, si el país desea mantener un valor estable tendrá que vender dólares cuando el precio de las exportaciones caiga. Lo opuesto sucederá cuando el precio aumente. Por lo tanto, la presión que enfrenta el Banco Central es considerable, siendo indispensable contar con un alto nivel de reservas, condición que está lejos de cumplirse en el caso argentino, ya que el país ha perdido reservas en dólares, sistemáticamente, en los últimos años.
Frente a una eventual caída del precio del principal producto de exportación, un efecto positivo será que la depreciación de la moneda local ayudará a contrarrestar el efecto negativo sobre la actividad económica, pues estimulará las exportaciones de otros sectores económicos, operando como un estabilizador automático.
Sin embargo, los efectos negativos se relacionan con un aumento de la inflación, el denominado "efecto traspaso". Por ejemplo, cuando cae el precio de las exportaciones, aumenta el valor del dólar, lo cual encarece los bienes e insumos importados, incrementándose la inflación. Esto lo hemos visto en el caso de Chile en el último par de años, donde niveles de inflación sobre 4% anual han sido persistentes, explicados básicamente por la depreciación del peso chileno.
La situación se puede volver más compleja si se considera la posible sobrerreacción que se podría producir en los mercados ante una depreciación de la moneda argentina, es decir que el aumento del valor del dólar sea mayor a la consistente con el equilibrio de mercado de largo plazo.
Solución
Lo complejo del escenario argentino es cómo transitar de un sistema con alto número de controles cambiarios a otro de tipo de cambio flexible, reduciendo la probabilidad de sobrerreacción.
La solución es la gradualidad. Pasar rápidamente a un valor del dólar único y libre, dado el lento ajuste en el sector real de la economía, abriría espacio para un fuerte aumento del valor del dólar por sobre el equilibrio, para después retroceder parcialmente, generando inestabilidad en el sector exportador y el que compite con importaciones, además de mayor presión inflacionaria en la etapa inicial, dimensión compleja de poder aceptar en la economía argentina dados los actuales niveles de inflación.