"Las sociedades anónimas no se manejan pensando en las personas, sino en el dinero"
Eugenio Méndez se lo toma con humor. "Tengo 74 años y todavía estoy como para jugar... Pero a la payaya", dice el recordado expuntero derecho de Santiago Wanderers, quien hace unas semanas sufrió un accidente vascular que lo tuvo al borde de la muerte.
"Pastelito", uno de los mayores ídolos en la historia del Decano pese a no haber logrado un título con los colores verdes, se recupera hoy en su casa de la población Wilson de Peñablanca después de un peregrinaje por tres hospitales que culminó con un marcapasos instalado en su pecho.
El playanchino, formado en el club Santa María, le hace una finta a las verdaderas razones de su enfermedad y dice que le cayeron mal unos chocolates que comió el día en que su corazón falló.
"Yo nunca sufrí de nada, creo que estaba muy estresado, dormía poco, además comí muchos chocolates antes de llegar a la casa, pienso que por ahí viene todo, me empecé a sentir mal y no me podía levantar, luego vomité, estaban mi hijo y mi señora que me asistieron, me dicen que me caí, pero no me acuerdo, dicen que me pegué en la cabeza, me llevaron al consultorio y detectaron que estaba con problemas al corazón, me trasladaron de Peñablanca a Viña y después del hospital Fricke hasta Quillota. Me pusieron algo en el cuello y en Viña después me instalaron el marcapasos", asegura Méndez, quien trabaja como cuidador en Expresos Viña.
- Le pasa de nuevo por comer dulces, igual que en La Serena cuando lo bautizaron como "Pastelito"…
- Ja. Es cierto, siempre me han gustado los dulces, pero ahora menos que antes. Eso de La Serena me pasó por glotón.
- Cómo fue ese episodio.
- Era la primera vez que yo salía de Valparaíso, íbamos a jugar a La Serena con "Gallego" Pérez como entrenador. Debe haber sido el año 1959, como yo no estaba acostumbrado a las concentraciones y los hoteles, me levanté tempranito a conocer la ciudad, como a las seis y media de la mañana. Me encontré con una pastelería que estaban recién abriendo y me asomé a mirar, me senté y pensé comerme un pastelito antes de tomar el desayuno con mis compañeros. Al final me serví seis pasteles. Después de eso me sentí mal y regresé al hotel, nadie me había visto salir, pero le dije al "Gallego" que me había comido unos pasteles y estaba muy mal del estómago, llamó al doctor y me dijo que no podía jugar porque estaba intoxicado. Mientras Wanderers jugaba yo me quedé en el hotel en cama, enfermo. De ahí vino el cuento, un relator de radio apodado el "Poroto" Smith trajo la noticia de los pastelitos y me pusieron así.
- El sobrenombre le ha durado toda la vida.
- Oiga, esa chapa no me la pude sacar más. Pero es un buen apodo, por lo menos es dulce. Más encima ahora me pasa esto con los chocolates, yo creo que de ahora en adelante voy a mirar de lejos no más los confites. Imagínese, si no hubiera estado mi hijo en la casa cuando me dio lo del corazón, no estaría contando el cuento. El me hizo respiración artificial y después me llevó al hospital. Cumplí en noviembre pasado 74 años y todavía estoy como para jugar. Pero a la payaya. Siempre me he cuidado, pero los desarreglos no se pueden hacer.
- Pero cuando era joven parece que no se cuidaba mucho…
- Aaaa…no sé…jejeje...usted parece que sabe algo.
- Dicen que usted era muy amigo de Haroldo de Barros.
- A Pedro Haroldo le perdí el rastro cuando se fue a La Calera, porque yo me fui a Bolivia en ese tiempo, cuando volví a Chile pregunté por él y me contaron que había fallecido en Sao Paulo.
- Los hinchas siempre dicen que usted debió haber estado en el equipo campeón de 1968 ¿Qué le pasó?
- Son cosas que pasan en el fútbol. Yo tendría que haber llegado mucho más lejos, tuve mala suerte, estaba listo en Colo Colo y me enfermé, estuve cuatro meses internado en el hospital Van Buren. También me quería llevar Independiente de Buenos Aires y no pude ir. Me había comprado Independiente pero la enfermedad me lo impidió.
- Y el año 1967, cuál fue el problema que tuvo con José Pérez, que lo sacó del equipo.
- "Gallego" fue un gran técnico, pero siempre me limitó. Me hizo jugar siempre en la punta y no aproveché mis condiciones. Además también se metió en mis contratos, el año 1962 Raúl Sánchez renovó y le dieron un auto, yo pedí lo mío y me dijeron que Sánchez venía de ser figura en el Mundial, salí de la sede de calle Lira hacia la plaza Victoria y me dijo que no iba a jugar más si no firmaba. Después, cuando tenía que renovar el 68 también se metió en mi contrato, yo dije que si no firmaba no entrenaba, y me dijo que me fuera. Nada que ver esa historia de las vallas, que no las quise saltar. Y me tuve que ir, llegó Magallanes y me fui para allá.
- Pero estuvo en el Nacional cuando Wanderers fue campeón.
- Claro, de hecho bajé a los camarines a felicitar a mis compañeros, y ahí me agarraron los dirigentes y me pusieron la camiseta para que volviera. Y volví para la Libertadores el año siguiente. El título lo celebré en la gradería, como un hincha más, porque yo he sido wanderino desde chico, de toda la vida.
- ¿Se siente un campeón sin corona?
- No, he sido campeón dos veces de la Copa Chile, vicecampeón nacional, esas cositas no más, he estado en selecciones juveniles, también en la juvenil antes del Mundial del 62 donde el "Gallego" me mandó a sacar, él fue muy estricto conmigo.
- ¿Y usted siempre se portaba bien?
- Yo jugaba todos los domingos, qué significa eso. Si yo me portaba mal y jugaba, quiere decir que era muy bueno. Pero yo me cuidaba como profesional, lógicamente era diferente, uno tiene sus amigos, lo ven por ahí y la cosa se expande. Eran otros tiempos, tampoco se ganaba mucha plata, en el club nos daban cheques a fecha, la cosa no es como ahora, que se gana de la buena.
- ¿Alguien del club lo ha contactado ahora que está enfermo?
- Nadie. Solamente mis compañeros, "Hualo" Herrera, Ulloa, Hoffmann, los de la corporación de exjugadores.
- ¿Usted está enterado de lo que pasa en el club?
- Claro, estoy enterado de lo que pasó con Ormeño, un jugador que todavía puede darle mucho al club y es un referente. Lo que pasa es que en Wanderers piensan solo en el signo peso, usted sabe que estas sociedades anónimas no se manejan pensando en las personas, sino en el dinero, tanto vales tanto importas. Esto es malo para Valparaíso, porque hay muchos wanderinos que quieren al club y con todas estas cosas se alejan. Con esto los dirigentes demuestran que no son wanderinos, ellos sólo quieren el dinero. Antiguamente me acuerdo que estaban en la sede los hinchas, hablábamos con ellos, era una familia, y ahora uno va y todo es muy frío, no lo conoce nadie, se esconden. Incluso no tengo ni pase para entrar al estadio, otros que no han jugado nunca sí tienen. Fui dos o tres veces al estadio y no pude entrar, me decían que se había caído el sistema o que había fallado la computadora. Así está Wanderers, alejan al hincha. Yo estoy diciendo la verdad, esta dirigencia no piensa en los seres humanos, los que juegan son seres humanos, a los que se les paga, pero entregan su trabajo a Wanderers. Yo jugué doce años ahí y a veces por los puros aplausos. No sé a dónde va a llegar esto.
"Me dicen que me caí, pero no me acuerdo, dicen que me pegué en la cabeza, me llevaron al consultorio y detectaron que estaba con problemas al corazón" "Yo me cuidaba como profesional, lógicamente era diferente, uno tiene sus amigos, lo ven por ahí y la cosa se expande"
"El título del 68 lo celebré en la gradería, como un hincha más, porque yo he sido wanderino desde chico, de toda la vida"
"Ahora uno va a la sede de Wanderers y todo es muy frío, no lo conoce nadie, se esconden"
entrevista. eugenio "pastelito" méndez, ídolo wanderino que estuvo al borde de la muerte critica la forma en que se maneja el club: