¿Hasta cuándo?
¿Por qué tenemos que soportar la prepotencia de algunos conductores del transporte público? ¿Hasta cuándo tendremos que aguantar los terribles bocinazos y el humo tóxico generado por algunos microbuses? ¿Cuándo los habitantes de los lugares más rezagados de la región tendrán una locomoción más eficiente hacia los lugares céntricos? ¿Con qué nivel de dificultad se traslada alguien en horario nocturno sabiendo que la frecuencia a esa hora es sumamente baja?
Estas preguntas se escuchan todos los días en la calle, pero las soluciones aún son misterios sin resolver. Para quienes vivimos en Valparaíso nos resulta sencillo notar que, en materia de transporte, falta mucho camino por recorrer. Esa opinión se ve reflejada en la encuesta de calidad de vida del año 2015 realizada por la Fundación P!ensa y la Caja 18. Esta encuesta reveló que la percepción de la gente respecto de la calidad del transporte público en nuestra región es sumamente negativa. Si a este dato le agregamos las últimas irregularidades que involucran a la Seremi de Transportes de Valparaíso con algunos procesos de licitaciones, podríamos fácilmente sostener que las cosas se están haciendo mal.
Lo que resulta increíble es que nada de lo anterior se correlacione con las evaluaciones de desempeño laboral de los funcionarios públicos de la Seremi de Transportes de nuestra región. A pesar de las deficiencias notorias en el sistema de transporte, los funcionarios tienen como evaluación de desempeño notas excelentes que van entre un seis y un siete de promedio.
Entonces, ¿qué estamos evaluando?, ¿cómo puede haber tanta discordancia entre las evaluaciones de desempeño y lo que pasa en la realidad?
No corresponde hacer un juicio de valor al trabajo ajeno, ya que como se dice en la jerga popular, "cada uno sabe dónde le aprieta el zapato". El objetivo, simplemente, es dar notoriedad a un problema grave del que se habla muy poco: la falta de un mecanismo real y serio de evaluación de desempeño para los funcionarios públicos regionales.
Para mejorar la eficacia es necesario utilizar un método que permita reflejar lo que en realidad está ocurriendo en ese servicio. Por otro lado, también hay que sacar a los que -por creerse intocables- hacen mal su trabajo, mejorar los estándares de transparencia y, por sobre todo, darle oportunidades e incentivos a los talentos locales para que, en vez de escapar a Santiago a la primera oferta de trabajo, se comprometan con la región.
¿Cómo queremos justicia e igualdad territorial sin evaluaciones serias? ¿Quién va a confiar en nuestra región si ni siquiera nosotros sabemos si el trabajo se está haciendo bien? Juzgue usted.
Guillermo Pérez
Investigador de Fundación P!ensa