Los prestadores de salud, por una parte, hospitales y consultorios públicos pertenecientes a Fonasa; y por otra parte, clínicas privadas y hospitales, enfrentan grandes desafíos en diferentes áreas para lograr entregar un servicio oportuno y eficaz. El sector público arrastra una deuda hospitalaria cercana a los 150 mil millones de pesos, con una lista de espera por consulta de especialidad AUGE de más de 10 mil pacientes, a pesar que la Ley garantiza que no debiese existir; y además, existe una lista de espera para consultas en patologías no auge de 1 millón 600 mil pacientes y 240 mil personas en espera de una operación.
En materia de infraestructura hospitalaria, ésta es deficitaria y con insuficientes programas de mantenimiento. Para su recuperación se planificó la construcción de 60 nuevos centros hospitalarios, lo que requiere de grandes recursos que el país no tiene. Además, no basta con construir un hospital, también se requieren enfermeras, médicos especialistas y otros profesionales de la salud, que el país no posee. Las estadísticas nos dicen que tenemos 1.7 médicos y 4.2 enfermeras por cada mil habitantes, en circunstancias que el promedio de los países de la OCDE cuentan con 3.2 y 8.8 respectivamente, prácticamente el doble. Igual situación se produce con respecto al número de camas clínicas.
A pesar de lo anterior, los índices sanitarios chilenos son buenos, con una expectativa de vida de 79.8 años, similar a los 80.2 de la OCDE y con una mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer, inferior a la de países desarrollados. Estos logros se han obtenido con el esfuerzo de todos (Minsal, Fonasa, clínicas privadas, profesionales y personal de la Salud) que han trabajado con gran esfuerzo y organización por décadas.
Pero ello no es suficiente, sobre todo conociendo que las prestaciones de salud se encarecen gradualmente por el desarrollo tecnológico y la investigación farmacológica. Además, el número de prestaciones por habitante se incrementa con el envejecimiento de la población. Asimismo, todo programa de desarrollo orientado a construir o mejorar infraestructura o formar especialistas es de largo plazo, pero los enfermos no pueden esperar.
Por ello, es hora de crear programas de fomento y estímulo para que los pacientes de Fonasa sean atendidos en el sector privado. A su vez, este sector tiene como desafío otorgar prestaciones a bajo costo, estableciendo pautas y guías clínicas que estandaricen procesos y eviten la variabilidad; generar redes de prestadores privados por niveles de complejidad; y obtener insumos y medicamentos a precios razonables, entre otras medidas que faciliten el logro de esta complementariedad público-privada.
Lo anterior, a la espera de las soluciones definitivas de largo plazo, que deben ser más eficientes y económicas que las que acabo de señalar para el corto plazo. Este es el gran desafío de los prestadores de salud público y privados.
Doctor Carlos Orfali
Director del Hospital Clínico Viña del Mar