Aunque la Gran Recesión iniciada en 2008 sacó a la izquierda ortodoxa del sarcófago en el que había quedado confinada, hasta ahora ésta ha mostrado ser un pobre retador del consenso liberal de las últimas décadas. Ello, sin embargo, no debe llevar a la complacencia liberal, entre otras cosas porque estos años han visto el inesperado surgimiento de un segundo desafiante: el populismo de derecha.
Esa denominación no me gusta. "Populista" debería ser una bella palabra, usada para designar a quienes respaldan las políticas capaces de producir los mayores beneficios sostenibles para sus pueblos. En cambio, la empleamos para referirnos a abiertos demagogos, aquellos que buscan incrementar su poder promoviendo medidas seductoras, pero que saben o deberían saber que resultarán perjudiciales. Además, los movimientos a que aludimos asumen algunas posiciones característicamente de izquierda, como el intervencionismo estatal en la economía y el rechazo a la globalización, y son antiliberales en una amplia gama de materias. Se trata, en realidad, de demagogos fascistoides.
La reaparición de esta corriente en el mundo democrático comenzó en Europa. El caso más conocido es el del Frente Nacional francés, liderado por Marine Le Pen, que ha batido tres veces su récord electoral en los últimos años: 18% en las presidenciales de 2012, 25% en las europeas de 2014 y 28% en las regionales de 2015. Más al oriente tenemos al primer ministro húngaro Viktor Orbán, elegido en 2010 y reelegido en 2014, y al Partido Ley y Justicia de Jaroslaw Kaczynski, que gobierna Polonia desde noviembre de 2015, ninguno de los cuales ha trepidado en erosionar el Estado de Derecho.
Ahora ha irrumpido en Norteamérica con el sorprendente triunfo de Donald Trump en las primarias del Partido Republicano. Aunque carente de toda experiencia política y brutalmente ignorante en políticas públicas, Trump ha mostrado gran habilidad para inundar los medios de comunicación y conectar con los resentimientos y temores -físicos, económicos y culturales- sobre todo de los hombres blancos maduros de la clase media trabajadora menos educada. Ha ganado su confianza con un discurso plagado de insultos y mentiras, actitudes matonescas e intolerantes y burdas propuestas xenófobas, proteccionistas y aislacionistas, que a veces suponen desprecio por los derechos humanos. La mejor esperanza para la causa de la libertad es, pues, un amplio triunfo de Hillary Clinton en noviembre.
Latinoamérica no es inmune a este desvarío, por lo que es de esperar que Keiko Fujimori, aunque parezca más moderada, no sea presidenta de Perú.
Libertad condicional
Durante esta semana la comunidad tomó conocimiento de una resolución de la Comisión de Libertad Condicional que nos dejó a todos perplejos. 788 condenados por la justicia fueron liberados en la región de Valparaíso.
Es absolutamente desconcertante que en medio de la discusión de la Agenda Corta Anti delincuencia, que precisamente aumenta las penas para los delitos de mayor connotación social, entre otras modificaciones, se libere a reos que se encuentran cumpliendo condena por delito de homicidio, violación, robo o narcotráfico.
Extraoficialmente quienes tomaron esta decisión argumentan que sólo aplicaron la ley vigente, sin embargo quedan muchas dudas al respecto. Por ejemplo, la resolución no expresa los motivos ni fundamentos que se tuvieron a la vista para adoptar la decisión, siendo este un requisito ineludible para toda sentencia judicial o acto administrativo. Adicionalmente, no respeta el espíritu de la propia ley, que establece expresamente que este beneficio se concede al condenado que "se encuentra corregido y rehabilitado para la vida social", no obstante Gendarmería, organismo técnico en materia penitenciaria y rehabilitación social de los reos, informó que 528 de los condenados liberados no cumplirían con estas condiciones.
Cabe considerar que el año 2015 a esta misma fecha se liberaron sólo 87 personas en la región y en semestres de años anteriores se alcanzó una cifra similar, lo cual lleva a preguntarnos ¿Dónde está la proporcionalidad y razonabilidad en la decisión de abril de 2016? ¿Cómo puede la región soportar este aumento exponencial de condenados en las calles?
Los jueces dicen que aplicaron la ley. Bueno, en este caso la ley fue mal aplicada.
Claudio Oliva Ekelund
Profesor de Derecho U. de Valparaíso
Osvaldo Urrutia Soto
Diputado