Los tradicionales coches victoria de Viña del Mar tienen una nueva oportunidad. Con variadas limitaciones podrán seguir circulando por algunas calles de la ciudad en recorridos fundamentalmente enfocados al turismo.
No deja de ser desafiante la decisión de la Municipalidad ante las estentóreas presiones de grupos animalistas que buscaban terminar con el tradicional servicio que cubre las calles viñamarinas desde hace más de un siglo. Es conocida una fotografía de 1913 en la cual frente a la estación de ferrocarriles aparece una decena de esos coches esperando a los pasajeros que llegaban en los trenes.
Se trata, entonces, de un elemento del patrimonio rodante de la comuna que, a juicio de muchos, vale la pena conservar. Y no es un sistema propio de nuestro subdesarrollo. Encontramos la tracción animal en coches de turismo en muchas importantes ciudades del primer mundo.
Sin embargo, en las condiciones actuales las inquietudes en Viña del Mar aparecen justificadas. Por un lado, está el factor congestión, al cual en las calles centrales contribuyen las victorias, que, hijas del siglo XIX tienen un ritmo correspondiente a un medio urbano despejado y sin urgencias.
Pero el tema que más hacía fuerza para suprimir los viejos coches son las denuncias de maltrato a los caballos, tanto en sus paraderos como en los recorridos mismos. Una realidad, quizás puntual, esgrimida por los animalistas partidarios de sacar los coches de las calles quienes, además, se oponen al popular rodeo chileno y no miran con buenos ojos la hípica, otra de las tradiciones viñamarinas.
La autoridad municipal, atendiendo a la tradición y a la condición de fuente laboral de las victoriales, además de muchas opiniones ciudadanas favorables a los coches, anuncia normas que acotan los recorridos, limitan a 20 el número de vehículos en circulación y refuerzan controles sobre la condición de los equinos. Si esas disposiciones se respetan y se mantienen en el tiempo las victorias podrían subsistir y con un ánimo proactivo sería posible mejorar sus condiciones generales con recursos de algún proyecto que considere su incorporación al activo patrimonial de la ciudad.
En primer lugar, es posible una capacitación formal y obligatoria para los cocheros, con instrucción básica sobre la salud de las cabalgaduras. También hay que insistir en la habilitación de bebederos -hay uno abandonado en la esquina sur-oriente de Uno Norte con San Martín-, construcción de toldos, mantención general de los animales y también de los mismos coches y sus paraderos.