Acuerdo ante el drama del Sename
Hay consenso en la necesidad de cambios de fondo en un contexto que amenaza a todo el cuerpo social.
El descarrilamiento del Gobierno a que aludió el exministro del Interior, Jorge Burgos, es un juicio opinable según la posición de cada sector. Pero donde el descarrilamiento no es opinable, donde es un hecho objetivo, insostenible, es en el Sename, el Servicio Nacional de Menores.
En la Región de Valparaíso los funcionarios llevan ya dos semanas movilizados, en tanto parlamentarios de todos los sectores opinan que la situación es insostenible. Esto en un contexto nacional de agresiones a los funcionarios, muchos sicológicamente afectados, recarga de trabajo, malos ingresos, inseguridad, falta de medios, muertes… En fin, descarrilamiento, situación insostenible.
¿Está la solución el cambio de directivos de diverso nivel? Es la medida a mano, con uno que otro quejido político, pero no es esa la solución para un problema estructural que afecta, que castiga, a seres humanos, niños, adolescentes y adultos trabajadores de la entidad.
El Sename opera en dos frentes: la acogida a menores provenientes de hogares carenciados y la rehabilitación de otro grupo derivado por causas penales, pero que por edad no pueden ser enviados a recintos carcelarios. Desde ya mezclar a los dos grupos es un error tremendo donde inocentes, hijos de la pobreza, quedan expuestos a un medio violento y a la contaminación delictual.
Así, el Sename no logra resultados de recuperación de ninguno de los dos grupos. La senadora Lily Pérez da cuenta de una iniciativa del anterior gobierno que duerme en los insondables cajones de la burocracia: "separar a los menores infractores de la ley de los niños vulnerables, que son dos realidades, dos tratamientos y dos objetivos absoluta y diametralmente diferentes", afirma.
Desde su frente el presidente del Senado, Ricardo Lagos Weber, comparte esa posición afirmando que "debemos tener una nueva política de la infancia con una institucionalidad que se haga cargo de los niños y niñas que son vulnerables en sus derechos y aquellos que son infractores y cometen delitos".
Vemos que al menos, en las palabras, hay acuerdo frente al drama, más allá de críticas y apoyos a la ministra de Justicia Javiera Blanco.
Y con acuerdo es posible avanzar y atacar el problema buscando los medios que sin duda faltan pero que con tanta generosidad aparecen ante la presión del grito callejero.
Y aquí el grito viene del silencio, desde rincones profundos donde se ahoga el futuro de niños, de jóvenes y donde, a la vez, se generan nuevas amenazas para la sociedad en su conjunto, pues en el Sename, como ocurre en las prisiones, prolifera con facilidad un clima propicio para el crecimiento delictual.