Francisca Aguilar García,
La leche materna ha sido considerada desde tiempos inmemoriales la base de la alimentación humana. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, el amamantamiento podía extenderse hasta los tres primeros años de vida del niño y todavía perduran imágenes de faraones siendo alimentados así, para confirmar su origen divino y la garantía de una vida ultraterrena.
De igual manera, entre los griegos clásicos, los chinos y los pueblos amerindios ancestrales la lactancia materna era parte de un rito necesario y hasta cierto punto sagrado, sobre todo entre las clases más acomodadas, que incluso recurrían a nodrizas para darle pecho a sus hijos, en caso de que sus madres no estuvieran en condiciones de hacerlo.
Sin embargo, también desde siglos remotos el acto de amamantar ha sido una práctica que ha experimentado altibajos. En efecto, en tumbas de niños romanos se han encontrado biberones de barro, lo cual indica que, por distintas razones, el ser humano ha buscado en forma permanente el modo de reemplazar la leche materna por otro tipo de nutrientes de origen animal o vegetal.
Rechazo
Fue a partir del siglo XV, en Europa, a raíz de una serie de creencias populares, erróneas teorías, enfermedades y modas, que el rechazo a la lactancia materna se incrementó con fuerza.
Y en los siglos XVIII y XIX, la Revolución Industrial hizo que miles de mujeres tuvieran que trabajar y se alejaran de sus hogares, afectando todavía más al hábito del amamantamiento, situación que se extendió hasta bien avanzado el siglo XX.
No obstante, los especialistas seguían insistiendo en sus beneficios. William Massdo, médico de la maternidad de Liverpool afirmaba ya en 1794 que la lactancia artificial causaba cólicos y soltaba el intestino y que era muy difícil dar sustituto adecuado a la leche de pecho, por lo que no era de extrañar que hubiese niños que no pudieran mantenerse o existir sin ella.
"Con el apogeo de la era moderna aparece la alimentación artificial industrial, la cual intensificó el abandono de la lactancia materna, repercutiendo ello en la salud del niño y el bienestar de las familias. Es en este contexto que después de la mitad del siglo pasado surgen diversas iniciativas globales para incentivar y promover la lactancia materna en todo el mundo", explica Francisca Aguilar García, matrona especialista en ginecología, diplomada en Sexualidad y Patología Mamaria y profesora de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso.
Movimiento mundial
En 1989, con la declaración conjunta de la Organización Mundial de la Salud y la Unicef, se inició un gran movimiento internacional para impulsar y apoyar la lactancia materna, y en septiembre de 1990 la Asamblea de Naciones Unidas aprobó la declaración sobre la supervivencia, la protección y el desarrollo del niño, sobre la base de que todas las mujeres amamantaran a sus hijos durante al menos los primeros cuatro a seis meses de vida y, ojalá, continuaran haciéndolo después con la adición de alimentos, hasta el segundo año de vida.
"La evidencia científica sobre los beneficios de la lactancia materna avalan la importancia de apoyarla especialmente durante los primeros meses de vida del niño, período en el que debiera ser su alimento exclusivo, ya que la leche del pecho aporta todos los nutrientes que éste necesita para crecer y desarrollarse de manera adecuada. Por ello, darle leche de fórmula, suplementos o alimentos de reemplazo debe hacerse con posterioridad y no en forma prematura", explica la matrona y docente de la UV.
Grupos de apoyo
En Chile, la tasa de lactancia materna bordea el 71%, cifra inferior a la meta propuesta por las autoridades del país y al estándar internacional del 80 por ciento. Incluso, en algunas regiones del territorio nacional este indicador supera apenas el 60%.
Dado estos bajos índices, durante la última década en nuestro país han surgido una serie de instancias que buscan fomentar la lactancia materna exitosa e incrementar su exclusividad durante los primeros meses de vida.
Se trata de grupos de apoyo que además de informar sobre la importancia del amamantamiento ofrecen a las madres un espacio de confianza y amparo, donde ellas pueden expresar sus dudas, temores y dificultades sobre el acto de dar pecho a sus hijos.
"En ellos, además, las mujeres pueden encontrar y compartir información y sugerencias prácticas y actualizadas sobre el tema. El trabajo y las actividades de estos grupos son totalmente gratuitos y se enmarca en las políticas públicas y lineamientos nacionales y locales, brindando a las madres no sólo información técnica sino también apoyo emocional, fortaleciendo sus capacidades y motivándolas constantemente para el logro de una lactancia exitosa", precisa Francisca Aguilar.
Algunos de estos grupos han surgido de la iniciativa de hospitales, asociaciones comunales, universidades o de la conformación de comisiones regionales intersectoriales y de la Comisión Nacional de Lactancia Materna.
Estas iniciativas han contribuido a aumentar en un 50% la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, como se evidencia en la primera Encuesta Nacional de Lactancia Materna, lo que a juicio de las autoridades y especialistas representa un gran y positivo avance.
Comités de Lactancia Materna UV
En 2010 las matronas-docentes Irma Balbiani y Francisca Aguilar crearon el Comité de Lactancia Materna de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso (Colmopuv), el primero en su tipo en el país. Está integrado por estudiantes que son guiadas por un equipo de profesionales y su objetivo es cambiar la actual mirada sobre la lactancia. A éste grupo se sumó el año pasado el Comité de Lactancia Materna de la Escuela de Educación Parvularia de la UV (Colmepa), que coordina la profesora Gudrun Marholz. Ambos comités han sentado las bases para la creación de nuevos grupos de apoyo, tanto regionales como nacionales.