Buenas intenciones. Buenas medidas. Positivos propósitos previos para el sufrido Valparaíso ante una nueva edición del Carnaval de los Mil Tambores. La autoridad marítima, por una parte, a petición de los organizadores de la jornada, ha decidido cerrar el acceso a las playas San Mateo, Torpederas y Carvallo. Ello con el fin de que esos lugares no se conviertan en "dormitorios" y basurales de los participantes, como ha ocurrido en otras oportunidades, con grave daño para el entorno costero y submarino.

También el organizador del Carnaval, Santiago Aguilar, solicitó a la Municipalidad el cierre de las botillerías de la ciudad después de las 10 de la noche para evitar excesos en el consumo de alcohol y "no generar incivilidades". Afirma Aguilar que el Concejo Municipal aceptó la solicitud la cual en la semana debe ser notificada.

Los hechos señalados son expresión de responsabilidad de parte de los organizadores, quienes reconociendo lamentables situaciones anteriores tratan de evitarlas.

Sería necesario también que llamaran a mantener el aseo, a rechazar el grafiteo que agobia a Valparaíso y, en fin, a respetar la ciudad, que no es algo abstracto, sino que el espacio en que viven y trabajan miles de personas que no aprueban el descontrol de actividades que se convocan bajo el generoso timbre de "culturales". Así como se organizan grupos de marcha, de baile o de músicos, es posible también que organicen grupos de autocontrol de los miles de participantes. Pero lo fundamental es una toma de conciencia generalizada sobre la necesidad de cumplir normas elementales de convivencia que no se contravienen en modo alguno con expresiones de alegría o de creatividad.

Lógicamente la autoridad marítima, en cuanto a playas, y Carabineros, en cuanto al orden público en general, debe mantenerse alerta para evitar desmanes, daños, tráfico de drogas o agresiones, vigilando, controlando y deteniendo, cuando así proceda, a quienes sobrepasen los marcos permitidos y alteren el orden público o atenten contra bienes públicos o privados.

Aspira el organizador a que "los medios pongan el ojo en la actividad artística" y a que "ojalá la gran foto del año sean los niños y niñas que hacen de este encuentro su mayor expresión artística o de su estilo de vida".

Y esa es la esperanza de quienes realmente respetan a Valparaíso y rechazan que nuestra patrimonial ciudad sea nuevamente escenario de una jornada donde la consigna pareciera ser: "¡Haga lo que quiera!".

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