El instrumento de expresión más importante del sistema democrático, el padrón, hace agua. Se podría decir que el forado no es muy grande. Se denuncia que unos 400 mil electores fueron cambiados de lugar de votación sin que ellos lo solicitaran. Sobre casi 14 millones de ciudadanos con derecho a voto, la cantidad no sería muy significativa.
Eso hasta ahora, pero se conoce también que dos auditorías externas en el Servicio Electoral, Servel, revelaron el agosto pasado inconsistencias de bulto. Por ejemplo, se estableció que 3.897.011 cambios de domicilio acusan irregularidades. Aparecen en el padrón 11.445 personas con más de 120 años de edad, siendo el mayor de todos de 142. Se detectaron, también, 351.791 domicilios electorales en blanco, no definidos…
Esos son los casos generales, pero hay muchos puntuales que más que desprolijidad son falta de respeto, como es el de don Rodrigo Jiménez, un viñamarino fallecido el 26 de junio pasado, que sin embargo, con posterioridad, fue designado vocal de mesa…
Tanta chambonada, para usar una vieja palabra, choca con nuestros alardes de conectividad y tecnología, en un país con más teléfonos celulares que habitantes y altísima conectividad a Internet.
¿Cómo es posible que en este paraíso digital no exista un sistema de cruce de datos en algo tan importante como es el padrón electoral herramienta básica para elegir autoridades, desde concejales hasta Presidente de la República?
¿Cuántos fallecidos más aparecerán con derecho a voto o cuántos electores de buena salud se encontrarán al momento de sufragar con la ingrata noticia de que están muertos?
Como corresponde a nuestra rutina política se buscan responsables por todos lados. Lógico que así sea: no se atendió a los informes externos y no se resuelve la gran cantidad de cambios de domicilio no solicitados.
Al parecer, no habrá soluciones a los casos reiteradamente denunciados, la elección del domingo 23 se hará con lo que hay y tendremos quejas surtidas.
Sin embargo, es ineludible buscar responsabilidades, seriamente, sin filtros políticos, caiga quien caiga… Y ni hablar del voto electrónico. No estamos preparados.
Los servicios responsables del "inventario ciudadano" del país deben depurar los registros y establecer sistemas de cruces de datos tecnificados y transparentes, pues lo que está en crisis en este momento es la confianza pública en el principal instrumento del proceso democrático, como es el registro electoral. Y son esas dudas las que pueden afectar próximas e importantes elecciones, aumentando los ya demasiado altos índices de abstención en medio de un sistema de inscripción automática y voto voluntario.