Fue a Bob Dylan a quien escuché la frase "walk the talk", "caminar el discurso", haciendo referencia a ser consecuente entre lo que se hace y dice. Citar al Nobel de Literatura 2016 a días del triunfo de Trump me parece preciso, así como hacer un paralelo con el Brexit europeo y el fallido proceso de paz en Colombia, también con el populismo local y la maestría comunicacional de Ricardo Lagos.
Los ideales norteamericanos, aquellos del séptimo ¿arte?, el de las películas que terminan con la justicia venciendo toda forma de maldad, odiosidad o villano parecen haberse quedado en nada más que palabras, tras el triunfo de Trump y su discurso misógino, xenófobo y prepotente. La democracia habló y la mayoría eligió el nuevo rumbo. No es sólo Trump, es la mayoría de la población en Estados Unidos que apoya el discurso antagónico a los supuestos valores que la música, series y películas "pop" llegan del país del norte.
Este fenómeno, de un altruista discurso que es rechazado por el pensamiento popular se dejó ver por primera vez con la votación sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea o "Brexit. La gallarda idea de acoger a refugiados, dar espacio de justicia, en todas sus formas, a quienes no cuentan con ella en su país de origen fue rechazada en Bretaña.
Para no dejar mal a los anglosajones hay que recordar que lo mismo pasó en Colombia y la votación por dar término a la guerra que por décadas se ha librado. Una vez más el discurso altruista es rechazado por la población.
El odio ha sido siempre mucho más fácil de usar políticamente. Requiere menos esfuerzo culpar a otros de los pesares personales a trabajar y asumir responsabilidades para mejorar las cosas. El voto obligatorio era muy fácil de gestionar por parte de la clase política. No era necesario demostrar ser una buena opción, sólo había que demostrar que el otro era peor y bajo la tutela de la obligación por votar, en filas íbamos a sufragar "en contra de". El voto voluntario, en contraposición requiere trabajo, amerita escuchar para encantar al votante, para convencerlo que se es una buena opción. Esto bien lo saben en Valparaíso donde Méndez logró convocar para lograr su sitial en las elecciones de alcalde y Sharp reafirmó la tesis, convocando a votantes.
No todo es "rosa" con el voto voluntario, de hecho abrió la puerta al populismo. Quien más prometa más votos obtiene, independiente que luego no cumpla nada, a medias o genere malestar social ante la incapacidad de cumplir lo prometido.
En este mar de discursos y acciones, desde el odio al populismo, está Ricardo Lagos, quien tiene un discurso que dista del populismo; él nunca lo ha sido. Ricardo Lagos tiene la capacidad de decir lo que la población quiere escuchar, no más, ni menos. Su empatía discursiva genera votos, independiente que sus acciones sean inconexas al relato. Walk the Talk, discurso y realidad… a considerar.
Alejandro Maureira Butcher
Economista