Se fue el año 2016 y es hora de los recuentos y balances. A los análisis económicos y políticos, es importante sumar el urbano. A continuación, destacamos lo bueno, lo malo y lo feo del año pasado en nuestras ciudades.
Dentro de lo bueno del 2016, hay que mencionar la publicación de la ley de aportes del espacio público. Esta ley permite que los edificios paguen por las externalidades urbanas que producen, a través de un cobro destinado a financiar obras urbanas. Para ello, las comunas y conurbaciones deberán contar con un nuevo instrumento de planificación, representado por un plan de inversión pública. Adicionalmente otorga nuevas facultades a los planes reguladores. Falta analizar como lo harán los Municipios más pobres (la mayoría) sin cuadros técnicos, para elaborar este nuevo Plan.
Otro aspecto positivo lo constituye el avance del proyecto de ley de elección de intendentes, aunque tiene pendiente el necesario traspaso de competencias, recursos y mecanismos de control.
En el ámbito Regional fue destacable la conformación del Concejo de Infraestructura para la Movilidad Sustentable, que aborda los problemas de congestión y conectividad que experimenta el Gran Valparaíso y sus satélites. Como se sabe, el mayor problema que enfrenta nuestra área Metropolitana se relaciona al déficit de infraestructura. En este ámbito vale mencionar la gran cantidad de estudios impulsados por el Estado, apoyados en la nueva encuesta origen-destino, los cuales permitirán contar con un abanico de proyectos en la materia.
También no podemos dejar de mencionar que desde diferentes corporaciones y fundaciones de la región, y también desde las nuevas adminsitraciones municipales, el tema de la ciudad se instaló en la discisión y eso augura una nueva forma de hacer y ejercer en la ciudad, que esperamos se vea reflejada en concensos que permitan avanzar en generar mejores condiciones en la calidad de vida de las personas que viven en nuestras ciudades.
Dentro de lo malo hay que mencionar la desaceleración de obras de conectividad urbana en la Región, tendencia que ya venía desde el 2015. En el Gran Valparaíso no se materializó ninguna obra relevante. En este ámbito también está el retardamiento de las obras de la reconstrucción de Valparaíso, tarea que se ha empantanado (pese a tener prioridad presidencial), mientras que en los cerros se reconfiguran las condiciones que originaron el incendio.
Por otro lado, se suman algunos fenómenos que la publicación de la Encuesta Origen -Destino reveló como lo es la reducción de viajes en transporte público, mientras aumentan los viajes en automóviles. Esta tendencia, que explica en parte la congestión, no es sustentable y demanda mejorar la calidad del servicio de transporte.
Otro aspecto negativo fue el rechazo por parte del Consejo de Monumentos Nacionales del plan de manejo del sitio patrimonio de la humanidad de Valparaíso, por su carencia metodológica en los estándares internacionales del plan de gestion de este tipo de sitios, lo que significa un escenario incierto en la adminitración de uno de los polos de mayor atractivo en la región.
El crecimiento de los campamentos es otra arista compleja. La contradicción relativa al aumento de familias de campamentos, versus la reducción de la pobreza informada por la CASEN, es un fenómeno que debe ser analizado con detenimiento. En el ámbito ambiental preocupan los recientes informes que confirman los efectos del cambio climático en la región. Sus efectos impactan en la sustentabilidad urbana y los primeros en pagar sus costos son los más vulnerables. Adicionalmente, gran parte de la economía del Gran Valparaíso descansa en sus atributos ambientales. Todo lo anterior lo convierte un tema prioritario para estudiar y abordar.
En el ámbito de lo feo no puede dejar de mencionarse el vandalismo que se ha hecho costumbre en los actos masivos de Valparaíso, terminando en hechos lamentables. En otra indole, la judicialización de muchos proyectos inmobiliarios deja en evidencia las malas prácticas de algunos proyectistas. Estas malas prácticas se agravan con nuestras leyes laxas en la materia, que dejan pocas atribuciones a las Direcciones de Obras. En el lado contrario, la destrucción del muro levantado en la Playa Los Lilenes, también es un hecho profundamente cuestionable, donde subyace la idea relativa a que la justicia puede ser tomada por manos de particulares la cual es contraria al Estado de Derecho y por tanto, contraria también a la ciudad.
En conclusión, estos hechos nombrados, dejan tareas pendientes para este nuevo año. Es de esperar que las autoridades tomen esta agenda, refuercen lo positivo, aborden los nuevos desafíos y enfrenten los aspectos negativos, en aras de que el 2017, sea un buen año para nuestras ciudades.
* Integrantes de Metropolítica
Por Macarena Carroza Solar y Marcelo Ruiz Fernández *