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ENTREVISTA. Silvio Cuneo Nash, profesor porteño experto en Derecho Penal, lanzará libro en Buenos Aires:

"El aumento de las cárceles no terminó con la delincuencia ni tampoco con el hacinamiento"

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Alexis Paredes R.

Con gran parte de su carrera dedicada al estudio del derecho penal, el profesor de la Universidad de Valparaíso (UV), Silvio Cuneo Nash (41 años), con un máster y un doctorado en dicha área, presentará la próxima semana en la Universidad de Buenos Aires su libro "El Encarcelamiento Masivo", que plasma gran parte de las conclusiones de su trabajo doctoral. La obra, con prólogo del destacado jurista argentino, Raúl Zaffaroni, da cuenta de la profunda crisis de nuestra civilización, que utiliza el encierro como mecanismo de control y segregación de las clases más marginadas.

A ello se suma otro libro, ganador de un concurso de la UV y que lanzó esta semana, "La cárcel moderna, una crítica necesaria", sobre las distintas justificaciones sociales para mantenerlas y una crítica que apunta a que "la cárcel es sumamente inhumana, es una forma de tortura, pero al mismo tiempo es súper ineficiente, ya que lo que genera en el condenado son efectos criminógenos, es decir, el condenado que entra a la cárcel, y esto está respaldado por muchos estudios empíricos, normalmente sale con más tendencias delictivas y más violento que cuando entró. Lo más probable es que una persona que haya estado presa, cometa más delitos y delitos más graves, entonces lo que parece una solución termina empeorando las cosas al mediano y largo plazo. Es como si apagáramos el fuego con bencina".

- ¿Cuáles son las mayores debilidades del sistema carcelario en nuestro país?

- El sistema carcelario siempre va a tener problemas. De hecho, no existen sistemas carcelarios buenos. En todos los países del mundo, desarrollados o subdesarrollados, las cárceles son malas, son criminógenas, generan niveles de violencia, adentro de la cárcel se comenten muchos delitos, principalmente entre los presos, pero también delitos que repercuten afuera, como estafas telefónicas, etc. La gente que sale de las cárceles sale con una predisposición a delinquir, principalmente porque tampoco tiene muchas posibilidades de trabajar. Cualquier criminólogo serio, de cualquier parte del mundo, diría que lo mejor sería reducir la cárcel y el derecho penal. Aunque tengan tendencias políticas distintas, van a recomendar la reducción del derecho penal, porque saben que sólo empeora las cosas. Lo que pasa es que no podemos prescindir de él, porque obviamente no podemos otorgar impunidad, pero es como el veneno, corroe a la sociedad y las hace más violentas.

- En uno de los capítulos del libro que presentará en Buenos Aires aborda el fracaso de la prisión. ¿Cómo llegó a esa conclusión?

- Es un tema bien complejo, porque la prisión fracasó cuando se implementó. En estudios del siglo XVIII ya se hace una crítica a la prisión, que es un lugar sucio, promiscuo, corrupto, criminógeno, etc. En el siglo XX se empezaron a realizar estudios de campo con más pretensiones científicas. En la década del 40 se descubre el efecto criminógeno en la cárcel, y de ahí en adelante vienen todos los estudios que demuestran lo mal que le hace a las personas estar presas y cómo resulta devastador para la personalidad y nocivo para la sociedad. Hay una frase muy buena del Ministerio del Interior Británico, que dice que 'la cárcel es una manera cara de que la gente mala se vuelva peor'. Yo le agregaría a esa frase que, además, es sumamente cruel, porque las percepciones del tiempo además son muy distintas, una pena de un año produce efectos devastadores en la personalidad. Estudios dan cuenta de cómo afecta el encierro a las personas, desde efectos como la ceguera, insomnio, depresión, aumenta los niveles de violencia y ansiedad.

- ¿Cuál sería la alternativa para quienes delinquen? Da la impresión que cada vez se cometen delitos más violentos y con mayores efectos sobre la sociedad.

- En verdad, la delincuencia es un problema serio y que tenemos que estudiar y tratar de resolver, pero no es que ni aumente ni sea el principal problema de la sociedad, existe una distorsión mediática porque principalmente es la televisión, en los horarios estelares de las noticias, que dedica gran parte a cubrir delitos escabrosos y más violentos. Eso distorsiona la imagen y la gente piensa que el principal problema en la vida es el delito. En Chile la gente teme mucho más morir en manos de un delincuente que en un accidente de tránsito; sin embargo, las probabilidades de morir en un accidente son muy superiores. Hay una sobreexplotación de los medios, que genera una distorsión del fenómeno, donde lo vivimos y sentimos como una cuestión mucho más terrible de lo que en verdad es.

- Usted también da cuenta de la rentabilidad electoral del "populismo punitivo".

- Hay políticos populistas de ambas coaliciones, principalmente es la derecha la que parte con esto, pero después la Concertación y Nueva Mayoría lo empata, y empiezan a votar leyes punitivas, como si eso fuera a solucionar el problema. Los gobiernos de Frei y Lagos se jactaban de haber construido más prisiones que nunca en Chile, y el argumento que daban era combatir la delincuencia y terminar con el hacinamiento. Si miramos en perspectiva, no se disminuyó la delincuencia ni se terminó tampoco con el hacinamiento. No estoy postulando una postura abolicionista de la cárcel, entiendo que todavía tiene que existir, pero que se reserve para los delitos más graves. En Chile prácticamente todos los delitos tienen penas de cárcel, hay gente que está presa por vender piratería en la calle, por ejemplo, lo que en verdad es un absurdo porque la agresividad social del que vende piratería en la calle es mínima. Por otra parte, las penas son excesivamente altas. Un robo con intimidación, si una persona te amenaza con un palo y te quita el celular, sin que te pegue, ese delito tiene una pena que va de 5 años y un día hasta 20 años, es sumamente desproporcionado.

- También concluye que las cárceles están reservadas para los pobres, mientras que el sistema penal es bastante indulgente para los delitos de cuello y corbata.

- Son conclusiones que se vienen estudiando hace años. El derecho penal es selectivo porque el grupo social que crea la norma, que son los parlamentarios, con las presiones mediáticas, etc., es muy distinto al grupo que sufre la norma penal, generalmente los marginados, que no tienen nada. Estudios dan cuenta que donde desaparece el Estado social aparece el Estado penal, los mismos recursos que no destinamos a las ayudas sociales, los destinamos a generar la pobreza con el encierro, lo que calza perfectamente con el caso chileno. La mayoría de los presos tiene baja escolaridad, son personas muy marginales, no manejan un lenguaje adecuado, son esas masas sobrantes de las sociedades posindustriales. El sistema de control de esas masas es el aparato penal. El sistema es indulgente con quienes se parecen a quienes pueden estar legislando; en cambio, es implacable con el distinto al otro. Piensa en Carlos Délano, que produjo un daño social enorme y estuvo privado de libertad un par de semanas; en cambio, un 'flaite' que se roba un celular podría estar, en su primer delito, 541 días preso.

- ¿Existe rehabilitación en las cárceles chilenas?

- No existe rehabilitación en ninguna cárcel, tú no puedes enseñarle a nadar a alguien en un submarino. Si se pretende enseñar a alguien a vivir en libertad, no se puede enseñar entre cuatro paredes, es el lugar menos apropiado para aprender a vivir en libertad. Este fracaso del ideal de la rehabilitación es un fracaso mundial, con estudios empíricos devastadores desde los años 70 del siglo pasado, que demuestra que la gente no se rehabilita. Pasa porque la cárcel llega tarde, me imagino que los oncólogos no hacen prevención del cáncer en la UCI, porque ya no hay nada que hacer. Primero necesitamos estudiar los distintos delitos y sus causas, en la medida que podamos disminuir los factores que generan algún tipo de delincuencia, es la única forma en que podríamos bajar los niveles. Es un estudio súper complicado, porque el delito es multicausal. Cuando los políticos prometen que van a disminuir los delitos, eso es mentira o ignorancia, es como decir que voy a disminuir los temblores.

"El condenado que entra a la cárcel, y esto está respaldado por muchos estudios empíricos, normalmente sale con más tendencias delictivas y más violento que cuando entró""

"Los mismos recursos que no destinamos a las ayudas sociales, los destinamos a generar la pobreza con el encierro, lo que calza perfectamente con el caso chileno""