Ha sido una larga y tortuosa travesía poder acercar a uno de los destinos turísticos chilenos más apreciados internacionalmente - Valparaíso ciudad - a las líneas de cruceros que más turistas de tercera edad y en "tercera vuelta" transportan por el mundo. Tras incansables reuniones y gestiones con los distintos actores, a fines de 2011, mediante la Ley Nº 20.549, los puertos chilenos volvieron a ser atractivos para las recaladas de las principales empresas de cruceros, al adecuar los costos e impuestos y facultar el uso de sus atracciones en mar chileno, pasando a ser otra vez un destino que trae a los "cruceristas" a nuestro país.
Pero, hoy nos encontramos con graves problemas para el desarrollo del turismo de cruceros, producto de la falta de alineación de los incentivos y previsión. Una vez más, la coordinación intersectorial en Chile brilla por su ausencia y cada uno vela por su propio interés, cuando el sector público y también el privado deberían hacerlo para el beneficio de todos.
La realidad generalmente supera a la imaginación en temas de gestión pública, es por ello que reconocemos como CRCP, los esfuerzos desarrollados para resolver los problemas que los mismos actores generaron. De la EPV, empresas concesionarias, que conjuntamente con FEDETUR y autoridades del Turismo nacional, regional y local han intentado cuadrar el círculo, pero sabemos que las débiles soluciones alcanzadas solo mitigarán, si acaso, las externalidades negativas que genera la falta de certeza y riesgos de recaladas. Dichos hechos son ajenos al turismo, pero están relacionados con los trabajadores portuarios y la infraestructura disponible de los puertos, especialmente en Valparaíso, realidad que se viene señalando desde hace años como "poca robustez de la infraestructura portuaria receptiva", una debilidad evidente de nuestros puertos nacionales para la atracción de líneas de cruceros.
Es por ello que la propuesta del desarrollo de un muelle exclusivo para atender a los cruceros comunicado el año pasado por EPV, nos invita a exigir que dicha alocución se transforme en un buen proyecto de rápida ejecución, en virtud de la necesaria planificación de las líneas de cruceros con horizontes de largo plazo (cinco años y más). De esta forma, se logrará que las soluciones parciales que hoy se presentan sean sólo un "puente", para lograr la prioridad y certeza que requieren los cruceros para su planificación de viajes al sur del mundo y específicamente a los puertos chilenos, donde sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos es recalar en la ciudad de Valparaíso - Patrimonio de la Humanidad - con el impacto que ello tiene para nuestro desarrollo turístico e imagen país.
Estamos seguros que la evaluación social y económica de un proyecto de estas características, tendrá en la comunidad porteña, la región y el país un apoyo transversal. Pero no nos equivoquemos. Quienes deben empujar el proyecto en el ámbito técnico y, por ende, ponerle foco y prioridad, es la Empresa Portuaria de Valparaíso, porque esta se debe al desarrollo del Puerto y su relación virtuosa con la ciudad. Tanto Chile, su turismo y el desarrollo regional, estamos esperando que se cumpla con este proyecto de valor compartido y gran impacto para todos.
Cuando los primeros transatlánticos amanecieron en nuestra bahía hace 30 años, fueron recibidos tanto con asombro como recelo. Muchos bajaron de los cerros a sacarse una foto. Pero el elite cultural porteña -aún no acostumbrada a compartir su ciudad con tanto turista- miraba con desconfianza. Les parecía un negocio gringo, demasiado lujoso. "No deja un peso", criticaban, "y es poco compatible con el austero estilo de la vida del Puerto".
Pero en el '99 ya eran 30 recaladas. Así, la Fundación Valparaíso (FV) publicó el primer diario en inglés dedicado al pasajero marítimo. El proyecto ganó el Premio de Turismo de la municipalidad y decidimos llevarla a la Seatrade, la convención mundial de cruceros en Miami.
La delegación chilena la componíamos dos personas: el alcalde de Puerto Montt y yo. Nos sentaron en una mesa de dos metros por uno, yo con mi diario y el alcalde con sus folletos de la ciudad. Mirábamos como huasos los millonarios salones arrendados por Croacia, Grecia, México, Singapur, Perú y Brasil. En el pabellón de España degustaban tapas acompañados por flamenco. En el de Italia había una réplica del teatro Fénix de Venecia.
En 2002, la FV trajo a Chile al director de la Corporación de Desarrollo de Baltimore. Durante 6 horas habló, en un repleto auditorio de la EPV, cómo se gestó la transformación del páramo industrial que era el borde costero de esa ciudad y que hoy uno de los "waterfront" más visitados del mundo. Destacó la importancia de crear un muelle exclusivo para cruceros. En aquel seminario participaron líderes locales, ministros, subsecretarios y otras autoridades nacionales.
Seis meses después, el Presidente Ricardo Lagos anunció que Valparaíso abriría su borde costero con un proyecto waterfront en el sector Barón inspirado en Baltimore, Barcelona, y Buenos Aires.
Participé en el consorcio ganador de la licitación para asesorar a la EPV. Nuestro plato fuerte fueron los catalanes Jordi Borja y Joan Alemany, dos de los más destacados expertos en waterfront en el mundo. Tanto Jordi como Joan insistían en construir un muelle de pasajeros como eje del proyecto Barón. Pero la EPV insistió en bajarlo: "Solo cuando lleguemos a 80 recaladas anuales nos podemos dar este lujo." Con todo respeto, creo que la EPV cometió un error. El flujo de pasajeros no solo crece por la cantidad de recaladas. Crece también por el tamaño de los buques.
En su defensa, en 2003, EPV no imaginaba que su proyecto estrella de expansión portuaria, el T2, perdería tantos años -primero en una fallida licitación y, después, con juicios originados desde una férrea oposición ciudadana-. Es extraño que ciertos líderes ciudadanos, que ayer hicieron todo lo posible para frenar el T2, hoy se descarguen contra TPS. (Es por la falta del T2, que TPS ha tenido que absorber tanto el crecimiento de pasajeros como el de carga.)
En resumen: las recaladas de cruceros en San Antonio es una alerta, pero no una tragedia. Valparaíso sigue siendo inmensamente más atractivo. Solo urge que Chile deje de ser como "el gringo y el alcalde en Seatrade hace 15 años". Es hora de anunciar un muelle de pasajeros. Es hora que el país vuelve a pensar en grande.
Pier-Paolo Zaccarelli,
Presidente de la Cámara
Regional del Comercio de Valparaíso
Todd Temkin,
CEO Fundación Valparaíso