La muerte de una ilusión
Primero, en Chile los recursos no son infinitos. La educación gratuita universal fue una promesa irresponsable. La Presidenta Bachelet se comprometió a que en su Gobierno se alcanzaría el 70% y que en seis años tendríamos la totalidad cubierta, y el hecho es que sólo para el 2076 se podría alcanzar.
Segundo, hay instituciones que pierden hasta 3.000 millones de pesos por adscribir a la gratuidad. Y ahora estas se verán obligadas a dar un paso atrás o bajar la calidad de su enseñanza. Y es que con la obstinación de cumplir una promesa que nació sin una base que la sostuviera, se mantiene a los involucrados en una constante inseguridad.
Y tercero, y más importante, ¿han pensado nuestras autoridades en el 44% de los estudiantes de colegios municipales que no pueden optar a gratuidad porque no consiguieron los puntos mínimos que se exigen para el ingreso? Es cierto que la PSU no es el sistema más idóneo, pero también hay que aceptar que mide contenidos básicos. Y aunque algunos no toleren esta verdad, hay quienes nos sentimos con derecho a decirlo, porque trabajamos con esos niños día a día. No como aquellos que desde su situación privilegiada piden a gritos calidad cuando ni siquiera han establecido su significado y aun así, desde su tribuna de exlíderes estudiantiles son escuchados como grandes gurús.
La educación superior gratis debe ser para quienes no la puedan pagar. Eso es justicia. También lo es aceptar que los colegios, el Sename, la salud, nuestros adultos mayores y otros, son igualmente urgencias. Pensar en ellos antes que en pagar la universidad a quienes por ahora pueden hacerlo parece lo más sensato.
Es necesario derogar el CAE. Pero es una irresponsabilidad hacerlo sin tener una propuesta que lo reemplace. Celebro el proyecto que propone que un profesional con un sueldo alto no pague más del 10%, uno con sueldo medio más del 5% y alguien que efectivamente lo tenga bajo no lo pague. Justo y realista.
Excelente medida también me parece la del Presidente Piñera de crear un sistema solidario, eficiente y no arbitrario de financiamiento, eliminando a los bancos como administradores y creando un organismo público en su lugar.
Quienes trabajamos para que nunca un estudiante quede fuera de la educación superior por motivos económicos, exigimos a las autoridades un mínimo de seriedad y verdad para hacerlo realidad.
Directora ejecutiva de Yo Elijo
Bárbara Soto