Andrés Lübbert presenta su premiado documental hoy en el FicViña 2017
CINE. "El color del camaleón" se denomina el documental, donde reconstruye la historia de su padre y que significó para ambos liberarse de la carga del pasado.
Al igual que otros miles de chilenos en los años 70, Jorge Lübbert partió al exilio. Primero recaló en Alemania Oriental, quedándose con su hermano Orlando, y luego se radicó definitivamente en Bélgica, donde formó una familia.
Sin embargo, siempre cargó con un peso que no todos los que salieron del país comparten. Él tenía 21 años y trabajaba en la CTC cuando fue secuestrado por servicios de seguridad de la dictadura que experimentaron con él para convertirlo en un instrumento de ellos, sometiéndolo a torturas para forzarlo. Alcanzó a estar cuatro meses sometido a esto, antes de poder escapar.
Peso liberado
Andrés Lübbert, el hijo de Jorge, nació en Bélgica en 1985. Según cuenta, "desde muy niño me di cuenta que mi padre no era como otros papás". "Siempre noté que algún trauma perseguía a mi padre. Tenía problemas para dormir, sufrió adicciones y su trabajo se reflejaba en un trabajo autodestructivo, ya que él reporteó durante 30 años todos los conflictos del mundo", y él no podía entender "por qué arriesgaba su vida yéndose a todos esos lugares peligrosos".
Pero había más, pues dice que "como hijo quería acercarme a mi padre. Quería tener una mejor relación, soñada casi. Como yo pensaba que tenía que ser, como lo había visto con otras personas". Es decir, "una relación más de amigos, de compartir cosas íntimas, porque eso no lo tenía. Mi papá sí, siempre estuvo como papá, siempre hicimos muchas cosas juntos, pero esa intimidad, ese diálogo no existía y yo lo quería. Cualquier hijo creo que lo desea en algún momento".
Tras viajar por primera vez a Chile, cuando tenía 19 años, su tío que le contó la historia, aunque Andrés reconoce que le costó entenderla. Recién tres años después, cuando Orlando le pasó un documento de 40 páginas que eran la trascripción de una terapia a la que se sometió su padre mientras estaba en Bélgica, entendió mejor.
De vuelta a Europa, "traté de hablar con mi padre, pero no fue capaz de hablar ni una palabra y lo dejé descansar también. Respeté su silencio al inicio y traté también de seguir con mi vida. Pero yo notaba que igual me perseguía. Yo no lograba soltar esa historia, en algún sentido, yo sentí dolor por una vivencia que no viví".
"Sentí, en algún momento de mi vida, ese trauma que inconscientemente un padre o una madre que vive algo traumático se lo pasan a los hijos cuando uno no habla sobre eso", añade. Es así que cuando terminó sus estudios de cine le propuso a su padre "reconstruir su historia juntos, porque todavía no lograba soltarla. Y en ese momento, mi padre acepta".
Así nació "El color del camaleón" que se proyectará en el marco del Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (FicViña) hoy a las 19.30 horas en el Cinemark del Mall Marina Arauco, como parte de la competencia de documentales.
- ¿Te sorprendió que aceptara, después de tantos años de silencio?
-Sí. Pero él aceptó porque, por una parte, necesitaba también liberarse de ese peso, que fue un peso que siempre tuvo encima, un peso de tener un secreto que nadie sabe. ¿Cómo se iba a llevar ese peso a la tumba? Si uno logar quitar eso va a sentirse más libre, y eso es lo que le pasó a mi padre con la película. Y por otro lado, que es lo más importante, lo hizo por mí. No lo hizo por la historia de Chile, ni por él mismo. Lo hizo porque vio que yo necesitaba resolver esta historia, por eso aceptó hacer esta película.
En este sentido, explica el realizador, "toda la película también es una demostración del amor de un padre a su hijo, de confianza y en toda la película, además, se refleja nuestra relación". Desde esta perspectiva, considera que es una cinta "muy íntima".
- ¿Tú lograste liberarte de esa historia?
- Sí, yo logré encontrar paz también con la historia al final, haciendo la película, descubriendo las razones, quién fue, dónde fue y más que nada hablando con mi padre. Por primera vez teniendo un diálogo sobre la vida y sobre las cosas, compartiendo cosas muy íntimas entre nosotros. Entonces, sí yo logré a nivel personal como liberarme, sacarlo también de encima, porque yo también tomé ese peso en algún momento de mi vida.
Para realizar la cinta, Andrés Lübbert hizo una profunda investigación para dar con datos fehacientes de lo que vivió su padre. "Lo he investigado todo, eso también aparece en la película", comenta.
La cinta, que llegará a todo Chile este jueves en el marco del programa Miradoc, ganó el premio del público y a mejor dirección en el pasado Sanfic. "Fue una gran sorpresa", asegura el realizador, quien destaca sobre todo el premio que recibió de la gente, pues significó que "el público chileno abrazara la película, le gustara. Entonces me quedo tranquilo de que entendiera la complejidad de la historia".
Dice que tras las dos proyecciones del documental en Santiago recibió "como 200 abrazos" de "personas que conectaron con la historia", ya fueran víctimas de la dictadura o hijos de desaparecidos, así como el de la hija de un general que participó activamente en la represión. "Ella llegó llorando, diciendo que le había tocado mucho la historia porque reconocía el trauma en ella misma. El trauma que le heredó su padre por los actos que cometió, pero ella no fue responsable de lo que hizo su papá. Y ella sí, también sufrió las consecuencias de esa historia".
En este sentido, Andrés Lübbert dice que muchas veces esta parte de la historia de Chile "es narrada de los extremos", como si fuera blanco o negro. Algo que él no hace, pues "representa un poco la parte de la historia que es otra zona. No es negro o blanco, es una zona gris como yo lo llamo. Son otros puntos de vista de la historia que, al final, nos afectó a todos", concluye.
Banda de la Fuerza Aérea inaugura el certamen con música de películas
En el Salón de Honor del Congreso Nacional se dio inicio ayer al Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (FicViña), certamen organizado en conjunto por la Universidad de Valparaíso y la Municipalidad de Viña del Mar, con recursos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Al tratarse de la 50ª versión del evento, se hizo una apertura distinta a las acostumbradas, como fue realizar un concierto con música de películas, a cargo de la banda de la Fuerza Aérea de Chile.
La presentación comenzó cerca de una hora más tarde de lo que decía la invitación, tiempo que duraron también los cinco discursos de las diferentes autoridades que asistieron al evento, entre ellas la alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, y el ministro de Cultura, Ernesto Ottone.
El más largo fue el del director artístico del evento, Claudio Pereira, quien destacó a los homenajeados: el actor Alfredo Castro, quien no se encontraba en el lugar cuando se le mencionó, ya que llegó cerca de las 20.30 horas, y el director de fotografía Inti Briones, quien estaba de pie al fondo de la sala porque no tenía un puesto asignado y no llegó al principio de la ceremonia. Lo mismo sucedió con el actor Patricio Contreras.