¿Tenían razón las organizaciones de Valparaíso que recurrieron a la Justicia para impedir que se realizara una nueva jornada del llamado Carnaval de los Mil Tambores?
Una interrogante que exige reflexiones antes de entregar una respuesta, pues las variables de esta jornada fueron múltiples.
Por una parte, la madre naturaleza se compadeció del sufrido y patrimonial Puerto y cubrió la ciudad con una lluvia que no sólo contribuyó a la limpieza, sino que también aplacó el desenfreno de los miles de visitantes que llegaron a Valparaíso.
Además, la reacción de la autoridad ante la presión de los vecinos fue oportuna y decisiva: una fuerte presencia policial, controles diversos que se tradujeron en 1.087 infracciones, en particular por consumo de alcohol en la vía pública, y 69 detenciones por variados motivos.
Punto focal de incidentes fue la plaza Aníbal Pinto, lo que obligó a la actuación de Fuerzas Especiales de Carabineros.
A lo anterior se debe sumar un acelerado trabajo de los servicios de aseo municipales superados, sin embargo, por la gran cantidad de desperdicios esparcidos por los visitantes, que si bien en número no llegaban ni al 10% de los que vienen para el Año Nuevo, dejaron la misma cantidad de basura que la recogida en aquella ocasión.
Hubo baños químicos en las calles que no siempre fueron utilizados, pero su sola instalación significa una señal que se debe destacar. Esta tarea implica esfuerzos y gasto de los siempre escasos recursos públicos.
La mirada positiva se focaliza en la presencia de un centenar de comparsas en el pasacalle en la avenida Altamirano, actividad que mostró preparación, colorido y ritmo, ello sin mayor complicación a plena luz del día. Además, se demostró que con recursos y preocupación focalizada hacia algunos sectores, Valparaíso puede erradicar ciertos males que dañan a la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes. ¿Tendrá que aumentar la presión vecinal para que este tipo de operativos se repita en el Puerto durante los fines de semana o habrá que esperar otro evento masivo?
Para el dirigente vecinal Waldo Burgos, si bien las condiciones mejoraron, "faltan avances… el organizador tiene que asumir su responsabilidad". Más duro fue Boris Kúleba, dirigente del Frente Unido de Vecinos y Comercio. Sostiene que Valparaíso "está estigmatizado como una ciudad donde la gente puede llegar a hacer lo que quiera. Mil Tambores lo que ha hecho durante 18 años es potenciar esa imagen".
Y esa idea de laissez faire, laissez passer que flota en el ambiente y es contagioso es el que hay que borrar para siempre, instalando con decisión, con firmeza y medidas concretas el concepto de respeto a la ciudad.
Lo que ocurrió el fin de semana recién pasado, desórdenes más o desórdenes menos, puede atribuirse a un triunfo de los vecinos. Esos ciudadanos a pie que hoy dejaron el anonimato y alzaron la voz para defender el barrio, para defender a Valparaíso.