¿Gratuidad o calidad?
Durante los últimos 4 años el oficialismo se ha encargado en instalar la gratuidad como el concepto más relevante en la educación superior. Con ésta, la promesa del acceso claramente se democratiza, pero ¿a favor de quiénes?
Porque garantizar el acceso a la educación superior no necesariamente se traduce en obtener una educación de calidad que no sólo provea un título profesional, sino también las competencias mínimas e idóneas para insertarse en el mercado laboral entendiendo que, es en este último, donde se dan los escenarios para la movilidad social ya que un título por sí sólo no garantiza nada. Por esta razón, en esta tozudez que ha caracterizado al mandato de la Nueva Mayoría, sería bueno que de una vez acabaran las falsas expectativas por un sentido de urgencia y sensatez que beneficie, realmente, a los sectores medios y más vulnerables.
Rodrigo Durán Guzmán
Empresa Portuaria
EPV insiste en ponerme a mí como parte de un problema cuando su problema es el informe técnico de Isaza quien dijo sobre el T2 que "el mejor espacio público de la ciudad tiene que ser para los humanos, no para los containers".
El único argumento que le queda a EPV es decir que dicho "estudio no es vinculante". ¿Ese es su compromiso con la ciudad? Que no sea vinculante es la manera cínica del Estado de inventarse triquiñuelas para engañar a la ciudadanía de los compromisos que toma.
Otro ejemplo de lo mismo es el no cumplimiento desde 1997 (año de la creación de la EPV) de la Ley de Puertos N° 19.542, artículo 50, letra d) sobre la conformación del Consejo Ciudad Puerto que debía: "Procurar un desarrollo armónico entre los puertos y la ciudad, cuidando en especial el entorno urbano, las vías de acceso y el medioambiente. Para estos efectos, se creará una instancia de coordinación a nivel de región, denominada Consejo de Coordinación Ciudad-Puerto, en la que tendrán participación, a lo menos, un representante del Gobierno Regional y uno por cada municipalidad donde se encuentre el puerto".
Nada de esto ha ocurrido. No se ha cumplido la ley por 20 años. El conflicto y las consecuencias serán graves y no se resolverá con "palabras" que suenan bien, sino con soluciones técnicas serias a un estudio técnico serio. Y eso, sí o sí, pasa por el cambio del diseño del T2.
Gonzalo Ilabaca
Dichos de "Miss"
Valentina Schnitzer, hermosa candidata chilena, recientemente perdedora en el concurso de belleza "Reina Hispanoamericana", declaró en Bolivia: "El mar le pertenece a Bolivia". Flaco favor hace la modelo y médico veterinaria a nuestra historia, a la memoria de nuestros héroes y mártires caídos y a la protección permanente de la soberanía, mar y territorio chilenos, hoy defendidos ante la versátil Haya.
Dicha señorita no representa, en absoluto, el sentir mayoritario del pueblo de Chile. Las respuestas absurdas e irrisorias de parte de participantes de estos fútiles, discriminatorios y frívolos concursos son legendarias, aunque en este caso preste más afrecho al Mandatario Evo Morales. El episodio nos trae a la mente el dicho "Al buen callar llaman Sancho" y la proverbial sentencia "Engañosa es la gracia y vana la hermosura…". Mejor sería que la "Miss" dedicara su experticia a cuidar perros y gatos, dejando en manos de los verdaderos expertos, leales a Chile, el manejo de sus relaciones internacionales.
Kenneth Ledger Toledo
Cruceros y Sharp
En una de sus ediciones anteriores, el alcalde Jorge Sharp dice: "Menos del 10% de la actividad turística guarda relación con la industria de cruceros". Agrega acerca del éxodo: "La actividad… no se verá profundamente dañada". Puede que eso sea correcto cuando se trata de "actividad", sin saber que eso representa, pero las entradas relacionadas con crucero son importantes en cuanto a generar empleo e ingresos.
Cuando los cruceros de capacidad normal llegan a Valparaíso, el número de turistas que desembarca y se embarca para el siguiente crucero supera las 5.000 personas, sin contar las tripulaciones, que compran toda clase de bienes y servicios en la ciudad. Cada pasajero paga una tasa de aproximadamente US$ 60 por los servicios portuarios y de terminal. Entre los que se embarcan hay muchos que llegan a Valparaíso con días de anticipación y otros que permeasen en la ciudad usando la hotelería porteña.
La totalidad de los turistas utiliza transporte para llegar y dejar el puerto y muchos asisten a restaurantes y lugares de gastronomía. Lo mismo pasa con los paseos turísticos por la Quinta Región. Se estima que cada pasajero que circula por el terminal gasta por lo menos US$ 200 y si eso lo hace un 10% de los turistas que visitan Valparaíso, no es una cifra menor. Lamento que la primera autoridad de la ciudad lo considere "reguleque", pero estoy seguro que cada trabajador o empresario que atiende a turistas de cruceros lo consideran como ingresos importantes.
Domingo Gabriel Banfi