Los lamentables hechos ocurridos el martes en la noche, durante el duelo por la Copa Libertadores entre Santiago Wanderers y Melgar de Arequipa, en el estadio Elías Figueroa, deben llamar la atención de las autoridades, club organizador e, incluso, de los propios hinchas porteños. Es necesario, como se ha dicho en reiteradas ocasiones, enfrentar los problemas de violencia en el fútbol y, a su vez, erradicarlos de raíz con medidas claras.
En este sentido, bien actúa el gobernador Jorge Dip al anunciar, la misma noche del encuentro, una investigación que permita aclarar lo ocurrido y, principalmente saber quién fue el responsable de ordenar el cierre de los accesos en momentos que aún ingresaban personas al recinto, decisión que habría sido la causa del inicio de los incidentes.
Importante, eso sí, es que estos resultados se conozcan y se establezcan con transparencia las sanciones aplicadas a los responsables, como los planes que se adoptarán para que hechos de esta naturaleza no vuelvan a ocurrir. No hay que olvidar que el estadio ubicado en Playa Ancha fue escenario, hace algunos años, de una batalla campal entre fanáticos caturros y colocolinos, que además se replicó tristemente en las calles de la ciudad y que dejó a varias personas heridas, algunas de ellas de gravedad.
El resultado de los incidentes del martes fue una funcionara que controlaba el ingreso de personas al estadio, y un carabinero heridos (este último debió ser atendido en el Hospital Naval de Viña del Mar), además de tres vehículos con daños. También se detectó el ingreso masivo de fuegos de artificio a una de las barras.
La gran mayoría de los hinchas, sin distinción de clubes, rechaza este tipo de hechos que lo único que logran es empañar un espectáculo deportivo y alejar a otros de los estadios. Se sabe, así lo han dicho en reiteradas ocasiones las autoridades locales, regionales y nacionales, que se trata sólo de un pequeño grupo de personas que generan desmanes. Sin embargo, la pregunta de siempre es por qué no se puede alejar esta violencia de los recintos deportivos.
Más allá de si la decisión de cerrar los accesos no fue una buena medida, tal como lo señaló el jefe de seguridad de Wanderers, Nelson Hevia, nada justifica una reacción violenta.
Es hora, de una vez por todas, de aplicar sanciones ejemplificadoras y, por sobre todo, que estas se cumplan. Además, y más allá de este incidente grave, urge que quienes son organizadores de estos espectáculos deportivos -de carácter privado- asuman sus responsabilidades y los costos de una buena seguridad, de manera que el público vuelva al estadio, que suponemos que es lo que a todos les interesa.