Viña del Mar es reconocida hoy como una ciudad turística, pero también inclusiva y amigable, ciudad de oportunidades, ciudad jardín, sustentable y segura, universitaria y cultural, ciudad del deporte. Es decir, una ciudad integral, para todos.

Tenemos mil razones para sentirnos orgullosos de la ciudad que hemos construido entre todos. Se trata de una gran obra colectiva en la que ha estado y está presente el emprendimiento del sector privado y el aporte público a un modelo de gestión municipal tan eficiente como consecuente con los objetivos estratégicos que nos hemos dado durante mi gestión como alcaldesa. Una gestión que ha tenido y seguirá teniendo un claro sentido social, porque si bien concretar proyectos es importante para el desarrollo de la ciudad, el verdadero progreso llega, a mi juicio, cuando el bienestar y los beneficios alcanzan efectivamente a las personas. Por esto, las obras y los programas sociales están a la vista de todos y se han materializado con equidad y equilibrio, tanto en el plan de la comuna como en los sectores altos de la misma. Estas inversiones han generado un nuevo escenario de vida en los barrios, en el borde costero, en la infraestructura comunal, en el deporte, en la seguridad ciudadana, en el turismo, en la educación, en la salud y en el emprendimiento.

Además, la acción municipal ha sido activa en la asistencia a las familias más vulnerables, en la protección de la infancia, en una mejor vida para nuestros adultos mayores y en diversos programas que facilitan la movilidad social. También nuestro quehacer ha sido creciente y continuo en la mantención de la comuna, en el Plan Invierno, en la calidad del alumbrado público, en las labores de tránsito y en los servicios de ornato, aseo y jardines.

Hago presente que para la materialización de nuestros proyectos y programas hemos contado no solo con los recursos propios del municipio, sino también con el significativo aporte de diversas reparticiones públicas y, por cierto, con la importante contribución del gobierno nacional y regional.

Todo lo que hemos podido realizar en Viña del Mar es fruto de la optimización de los recursos municipales, de la eficiencia en la administración de los fondos sectoriales y de un adecuado equilibrio entre lo urgente y lo importante, que se ha traducido en un mejoramiento del servicio municipal a la ciudadanía, al contribuyente y al inversionista. Esta realidad, sumada a la elaboración que estamos haciendo de un nuevo Plan Regulador Comunal - el que contempla una amplia participación ciudadana en su gestación - nos permite mirar con confianza el futuro de nuestra bella ciudad.

Virginia Reginato B.

Alcaldesa de Viña del Mar

150 años | 5 de febrero de 1868

Un bárbaro castigo termina en muerte

Un jefe del Batallón Cívico de Valparaíso ordenó poner preso a un miembro del orfeón, el percusionista Juan Rodríguez. La razón fue que un muchacho lo acusó de insultos. Rodríguez no aceptó, por lo cual su superior lo castigó con un palo, rompiéndole el cráneo. El hombre fue llevado al hospital donde falleció.

100 años | 5 de febrero de 1918

Pitazos de trenes afectan a vecinos

Nuestros pueblos, como se sabe, se ubican a lo largo de la línea del tren. En el caso de Quillota, Los Andes y otros, al partir los servicios ferroviarios acostumbran, sin importar la hora, de advertir a pasajeros de la maniobra con potentes pitazos. Con ello, avisan, pero además incomodan a toda una población. Eso debe regularse.

50 años | 5 de febrero de 1968

Tiburones avistados cerca de Valparaíso

Tiburones fueron avistados en la mañana de ayer, en las proximidades de la costa de Valparaiso, por tripulantes del vapor "Isting", en aguas de la bahía de Quebrada Verde. El barco informó del hecho a la Gobernación Marítima de este puerto que envió una patrullera con armamento y dio aviso a todas las playas con bañistas.

Porteños residentes en Ciudad del Cabo dan cuenta de la crisis hídrica que azota a esa importante y próspera ciudad de Sudáfrica. La falta de lluvias y la insuficiencia de reservas obligan a limitar el consumo humano y se anuncia para la primera quincena de abril próximo un "día cero" en el que el suministro será suspendido y el vital líquido será distribuido en diversos puntos de la ciudad con un máximo de 25 litros por persona.

Los chilenos afectados informan de medidas de emergencia en cada hogar, desde limitación del baño de aseo hasta reutilización de aguas servidas y reducción de descargas de inodoros. Es una realidad lejana, aunque la crisis del agua está presente en la Región con declaratorias de zona de catástrofe, intervención del Aconcagua y suspensión de suministro. Las fuentes tradicionales acusan mermas, resultado del gran consumo humano. El lago Peñuelas, alta inversión del siglo pasado destinada a abastecer Valparaíso, está a menos del mínimo de su capacidad, en tanto que la aducción proveniente del interior, colosal obra de los años 50, está al tope de su demanda. Se ha agregado últimamente el embalse Los Aromos, que cumple importantes funciones junto a otras fuentes menores, todo sobre exigido. En tanto, el panorama de lluvias y aguas cordilleranas está a la baja. Todo ello exige una política que se adelante a problemas mayores, que ya se registran en varias provincias de la zona y en el Norte Chico.

Lo primero es una revisión permanente de las redes, muchas de gran antigüedad que exigen mantención y renovación. Periódicamente el material cede, se producen inundaciones, grandes o pequeñas, con daños asociados y las pérdidas del líquido son importantes. Ahí aparecen responsabilidades concretas de las empresas distribuidoras y de las autoridades controladoras. Pero también hay responsabilidades individuales, de las personas como consumidoras, residentes de viviendas en las cuales se pierde agua tanto por consumo desordenado como por fallas en las instalaciones. Aquella gotera eterna, la llave mal cerrada o los prolongados baños son factores que suman litros y litros de un recurso cada día más escaso.

Es cierto que hay que buscar nuevas fuentes, controlar los flujos que se pierden en el mar, avanzar en desalinización, pero en lo inmediato, con inversión de las empresas, del Estado y también de cada familia consumidora, es posible conjurar una amenaza que se debe tener presente. Y en lo inmediato hay que insistir en una política de pedagogía social que advierta a todos los sectores de la población del problema, la falta de agua que está a la vuelta de la esquina, y es necesario abordar como una obligación colectiva.

"En nuestro medio la demanda crece y el panorama de lluvias y aguas cordilleranas está a la baja. Esa situación exige una política que se adelante a problemas mayores, que ya se advierten en la Región con falta de suministro.