Desde el punto de vista de la cantidad de visitantes y del número de actividades, las dos jornadas regionales del Día del Patrimonio fueron un éxito. Casi 150 mil asistentes a las 200 actividades ofrecidas, todo ello en un marco climático sin mayores problemas más allá del frío. Esto replica el interés nacional por el Día del Patrimonio, en que se ofrecían 1.500 actividades o visitas a lo largo de todo el territorio.
Recorridos por lugares interesantes y valiosos o las representaciones de otras épocas, para muchos podrían ser sólo una entretención dominguera o una simpática curiosidad. Sin embargo, el sentido del Día del Patrimonio, de sus actividades, del conocimiento de tradiciones o lugares de interés debe tener una proyección más allá de esta tradicional jornada de mayo.
Lo que se busca es socializar, internalizar el valor histórico y cultural que tiene el patrimonio.
Y ello supone mantener el reconocimiento, durante todo año a esos valores que muchas veces aparecen perdidos, olvidados o, lo que es peor y bastante frecuente, maltratados.
Y el ejemplo del maltrato lo tenemos a la mano, a la vuelta de la esquina.
¿Acaso no han sido por años maltratados y hasta arrasados los valores patrimoniales de Valparaíso? Hay un discurso patrimonial políticamente correcto que se queda en palabras, que no encuentra un efectivo eco social, que no tiene presencia activa en el sistema educacional y que hasta sirve de argumento para frenar iniciativas de progreso.
Así, pequeño ejemplo, vemos cómo el grafitero insulta los muros públicos y privados de la ciudad. También vemos destrucción, robos e intervenciones agresivas que desdibujan y sepultan los valores patrimoniales.
En el caso concreto de Valparaíso, la condición de Patrimonio de la Humanidad para un sector de la ciudad y las normas de conservación para otros son un avance, pero esa condición debe estar asociada a una responsabilidad social de amplio alcance: primero que todo, como en muchos aspectos de la vida, hay que educar, educar para el patrimonio inculcando, de partida, el respeto; en lo general hay que legislar para el patrimonio, promoviendo preservación, recuperación, incentivos, investigación y, lógicamente, recursos.
El interés local, regional y nacional que despertó el patrimonio el pasado fin de semana no puede ser algo pasajero, debe tener proyección en el tiempo, de tal modo que cada año esa jornada no sea sólo de recorridos entretenidos, sino que también una oportunidad para hacer un balance de lo logrado y de las tareas pendientes. Ese accountability patrimonial sería una herramienta valiosa para avanzar en el rescate de nuestros valores y sacar el tema patrimonial del discurso de sólo un día, a la acción de todo el año.