El legado Hinzpeter
Hace algunos días falleció un incomparable hombre culto y soñador de un Valparaíso más acorde a su estatus de Patrimonio de la Humanidad. Él fue y es don Guillermo Hinzpeter Blumsak. Se nos fue casi en el anonimato a no ser por una hermosa crónica escrita por la periodista Rosa Zamora, publicada el domingo 26, donde retrata con singular maestría parte de esta personalidad porteña. ¿Qué más se puede agregar? Creo, me parece, hacer hincapié en su legado a la heterogeneidad cultural de esta Ciudad Puerto.
Si bien es cierto el teatro Condell fue rescatado de su pasado, ligado a los filmes pornográficos, por la administración del exalcalde Castro, con el fin de reemplazar las actividades artístico culturales del teatro Municipal porteño, dañado por el terremoto del 2010, posteriormente, por diversos motivos, el municipio se desligó de esta hermosa sala.
Es aquí donde aparece la voluntad firme de un hombre inclaudicable con la cultura, especialmente con el arte cinematográfico mundial y de nuestro país. Lucha solo, al comienzo, para impedir que esta sala se convierta en un mercadillo o refugio de creencias religiosas.
Logra, con esfuerzo, su cometido. Busca apoyo. Nuevamente responde positivamente el municipio porteño, pero esta ayuda también se acaba. "Hay tanto que hacer", me dijo un día. Efectivamente. El teatro Condell era una sala sucia, con el telón manchado -que le otorgaba un inoportuno maquillaje a los protagonistas de las películas-, las butacas sueltas tan inseguras que muchos de los espectadores pasábamos directamente al suelo.
¿Cómo conseguir financiamiento? El financiamiento partió por él. Y luego por cinéfilos anónimos que aportaron el valor de cada butaca. Hoy se ha logrado instalar el 70% de ellas, que ahora sí resisten el peso del espectador.
Ingenioso e inteligente, don Guillermo creó el "Círculo de amigos del Teatro Condell". Para eso instaló, en el hall de ingreso, un libro donde cada adherente firmaba su voluntad de apoyar las actividades del teatro, sólo con su voluntad, sin pago alguno. Fue dueño de una filmoteca de primera mano de la industria cinematográfica mundial.
Hoy se han exhibido películas coreanas, chinas, croatas, árabes, europeas, estadounidenses, mexicanas, brasileñas, peruanas, colombianas, etc. Pero donde se ha puesto el acento es en la industria cinematográfica chilena. En esa sala de exhiben las películas que sólo se dan en los cines del país por escasos días.
Afectado por una enfermedad, don Guillermo debió abandonar el mando de este proyecto y lo asumió un grupo de pujantes jóvenes que recogieron este legado en la que hoy llaman Sala Insomnia.
Recuerdo, como si fuera hoy, su majestuosa figura, maciza; su hablar educado y culto, matizado con reseñas irónicas en sus ojos.
Se nos fue casi en el anonimato. Pero la crónica de Rosa Zamora puso su figura de relieve. El legado de don Guillermo Hinzpeter está en nuestras manos. ¡Conservémoslo!.
Abel Brevis Azócar
Periodista