"No queremos el camino propio, sino que transitar una etapa de perfilamiento"
Fuad Chahín está preocupado. Preocupado por lo que dice ser un escenario económico y social cada vez más incierto para los chilenos y por un contexto regional altamente volátil y que ve una emergencia progresiva de expresiones populistas como solución a ciertas demandas estructurales no resueltas desde la política. A nivel interno señala como ejemplo recientes estudios del Banco Mundial de septiembre de este año, que estiman que el crecimiento del PBI bajará a 3,3% en 2020. El presidente del PDC también trae a colación el alza en las cifras de desempleo: Un 7.1% durante el trimestre julio-septiembre, cuando en mismo período del año y gobierno anterior la cifra era de 6.7%, además de un estancamiento de los salarios.
Está preocupado también porque más allá de esta coyuntura, no ve tampoco mayores signos de confianza en el ecosistema político y social local. El cuadro , lo completa el creciente grado de incertidumbre institucional, político y económico que embarga a la región con el avance hacia liderazgos "bolsonaristas" o "maduristas" y recetas de corte populista sino dictatorial.
-En este escenario ¿qué propone la DC?
-Está proponiendo al país un nuevo pacto económico social urgente como el propiciado en los primeros años de la transición. En aquella época ese pacto se articuló sobre la idea de avanzar hacia un crecimiento con equidad sustentado en consensos de política pública tripartitos. Algo inédito hasta ese momento en Chile. Ello implicó tender puentes entre trabajadores, empresarios y el convencimiento de que el nuevo gobierno tenía que actuar como un elemento catalizador en ese proceso. Dicho mecanismo de diálogo y participación, estuvo influenciado por la experiencia europea de la posguerra, especialmente la de los Países Bajos, a partir de 1982, y la transición española con su "Pacto de la Moncloa", y se sostuvo sobre ciertos principios fundamentales acordados ampliamente (Foxley, 2016). Mismos principios que ahora sostenemos deben anclarse a un humanismo cristiano del siglo XXI. Uno que asuma la lucha por la dignidad y libertad de las personas no desde una simple continuación del desarrollo de las sociedades actuales más evolucionadas, donde la técnica y la innovación son sinónimos de progreso material, pero también de una peligrosa desintegración colectiva y espiritual. Uno que comprenda que puede existir una peligrosa disociación entre progreso e integración social. Y que lo que puede afirmar al primero, también muchas veces tiende a negar la segundo
-¿Y en concreto, cuáles son esos principios?
-Son 5. Primero debemos anticipar las tendencias globales y diseñar estrategias y políticas para tomar ventaja en materia de desarrollo sostenible, conocimiento aplicado y nuevas competencias para nuestra fuerza laboral, avance hacia una economía que diversifique su matriz productiva y energética y genere valor desde pequeños emprendimientos. Segundo, aceptar el revalidar una promesa de estabilidad y gobernabilidad pero desde una nueva concepción de ciudadanía, entendiendo que el nuevo Chile es uno más libre, educado, informado, libertario, crítico y demandante, que entiende y clama para un verdadero desarrollo equitativo en sus contenidos y expresiones materiales. En tercer lugar pavimentar instituciones democráticas confiables no sólo en materia de transparencia activa o de modernización de un aparato estatal que asegure las transformaciones estructurales pendientes. También de la generación de un marco regulatorio que garantice la credibilidad y competitividad de los mercados y proteja a sus actores de abusos y arbitrariedades. En cuarto lugar hay que propiciar políticas macroeconómicas sensatas y consistentes y que nos ayuden a avanzar en la meta de un país más inclusivo. Por último, y esto debe ser responsabilidad y lucha diaria de todos nosotros, asegurar un debate político de alta calidad, con un fuerte énfasis en la búsqueda de consensos.
-La gran duda es si estos desafíos que plantea cuentan con el acuerdo y apoyo interno de su partido, sobretodo en el senado desde donde hasta hace poco han surgido las principales voces disidentes a sus planteamientos...
-La verdad es que el punto de partida para cualquier propuesta debe estar enmarcada en un apoyo interno. Tarea nada de fácil sobretodo porque en un comienzo había quienes no entendían muy bien la necesidad de reposicionar a nuestra partido de forma urgente, no desde un relato instrumental electoralista, sino desde un sello identitario que ofreciera un espacio de diálogo y entendimiento franco y moderno desde donde escuchar y articular grandes acuerdos para avanzar en dignidad, libertad y un desarrollo humano colectivo e inclusivo. Pero a 6 meses de iniciado nuestro mandato, y gracias a un diálogo interno permanente y honesto, hoy podemos decir que esa lógica ha ido permeando a todos nuestros liderazgos y militancia. Quiero valorar que una gran mayoría ha entendido que este es el momento para la unidad. También hemos ido derribando mitos: no queremos el camino propio, sino que transitar por esta etapa de reperfilamiento a partir de establecer un piso mínimo de principios y objetivos, incluyendo desde luego y llegado el momento, la posibilidad de pactos electorales y acuerdos políticos
-¿Cómo está hoy su relación con senadores de la disidencia como Francisco Huenchumilla, Yasna Provoste o Ximena Rincón, todos muy críticos inicialmente a su conducción?
-Tanto ellos como en general los diferentes liderazgos con que cuenta nuestro partido hoy gozan de todas las garantías y apoyo para ir trabajando temas de interés ciudadano como no sucedía desde hace mucho. Con el senador Huenchumilla hemos desplegado un trabajo importante desde la comisión de transparencia del partido, elevando los estándares partidarios en la materia y presentando diversos proyectos como el aumento de penas en los casos de uso de información privilegiada. Junto a ello hemos decidido convocar a una comisión para que trabaje un gran acuerdo por la Araucanía. La senadora Provoste en tanto hoy se encuentra liderando diversas propuestas desde la comisión de educación partidaria, y lo propio hace la senadora Rincón desde la comisión de Desarrollo Sostenible con una agenda y medidas para abordar el drama que viven miles de compatriotas en zonas de sacrificio como en Quintero o Puchuncaví, generar una nueva institucionalidad y tipificación penal de los delitos medioambientales o cómo vincular a la comunidad en el diseño y trazabilidad de proyectos con impacto medioambiental. Es decir, más que hablar de disidencia, hoy estamos en presencia de un partido generoso, que se une y perfila en torno a ideas y objetivos comunes y relevantes.
-Han surgido algunas voces desde la oposición que acusan a la DC de aislacionismo y entreguismo hacia el gobierno. ¿Qué les responde?
-Entreguismo y aislacionismo son dos conceptos que se grafican más bien en una actividad política que muchas veces se entrega y aisla en una burbuja política autocomplaciente, autoreferente, preocupada y ocupada de preservar un protagonismo sobre ideas y alianzas nostálgicas, sobre definiciones electorales prematuras desprovistas de contenido. También sobre la exacerbación de ciertas diferencias y caricaturas del rival o gobierno de turno, o sobre la incapacidad de actuar de forma generosa, republicana para establecer puntos de encuentro y diálogo para avanzar en una agenda país. Ese entreguismo y aislacionismo sólo ha hecho que las personas se distancien y desconfíen de los políticos, la política y sus instituciones más emblemáticas. En suma, que nuestros partidos, nuestra democracia se torne irrelevante y autoexilie de las mentes y corazones de sus ciudadanos. Por ello hemos convocado a un esfuerzo conceptual, político, técnico y participativo amplio para hacer posible un pacto económico y social urgente que nos lleve a dar el salto definitivo hacia el desarrollo. Un pacto que ahora deberá construirse entre múltiples actores. En esa lógica está la DC. Esa lógica implica una actitud proactiva y propositiva por parte nuestra pero también de un gobierno dispuesto a dialogar, a ceder, que debe dejar de lado cualquier tipo de soberbia, entender que no tiene mayoría en el Congreso, que hoy no tiene mayoría en la voluntad y favor ciudadano, y que debe adoptar una actitud más republicana. Huir de la tentación de las trincheras ideológicas, del slogan y poner en el centro a los chilenos, su dignidad, libertad y desarrollo efectivo.
"Más que hablar de disidencia en el partido, hoy estamos en presencia de un partido generoso, que se une y perfila en torno a ideas y objetivos comunes y relevantes""
" Hemos convocado a un esfuerzo conceptual, político, técnico y participativo amplio para hacer posible un pacto económico y social urgente que nos lleve a dar el salto definitivo hacia el desarrollo""
"Se necesita un gobierno dispuesto a dialogar, a ceder, que debe dejar de lado cualquier tipo de soberbia, entender que no tiene mayoría en el Congreso, que hoy no tiene mayoría en la voluntad y favor ciudadano""