Esta es una ocasión propicia para revisar la trayectoria del año que terminó, pero por sobre todo para mirar hacia este nuevo periodo y poder proyectar algunos desafíos que la economía tienen y tendrán.
En esta ocasión me referiré a tres variables centrales para el desarrollo productivo: el crecimiento, la inversión y la matriz exportadora. Sobre el crecimiento, el reciente Informe de Política Monetaria del Banco Central de Chile nos señaló que la economía acumulará un crecimiento de 4% en el año 2018. Para los próximos dos años, se sigue estimando que la economía crecerá en torno a su potencial, el que irá aproximándose al crecimiento de tendencia, es decir, entre un 3,25 - 4,25% para el 2019; y entre 2,75 - 3,75% el 2020.
No obstante, los datos de la región han tenido una trayectoria divergente respecto al país. Sólo un dato, el índice de Actividad Económica Regional, INACER, nos mostró que al tercer trimestre del 2018 registró para la Región de Valparaíso una caída del 6,1% y una variación negativa acumulada del 2,5%, la única del país.
Respecto a la inversión se ha observado una expansión mayor, con lo cual para el 2019 el crecimiento de la Formación Bruta de Capital Fijo se eleva a 6% mientras que para el 2020 se mantienen cifras del orden de 4%. Sin embargo, la Corporación de Bienes de Capital, CBC, nos muestran que la región tiene montos proyectados para el período 2018-2022 de 2.247 millones de dólares de un total de 59.280 millones de dólares, es decir, sólo un 3,8% del total nacional.
Y finalmente, la complejidad es una variable estratégica para entender los desafíos de la competitividad global. Un estudio de la Universidad de Harvard el 2011 nos reseñó que la Matriz Exportadora de Chile al 2008 era menos compleja y diversificada que la de 1988, es decir, que la de veinte años antes. No obstante, las estimaciones de la matriz exportadora al año 2018 en Chile nos indican que la pérdida de complejidad y diversificación se han mantenido en el país y es muy superior en la región; y para ello sólo un dato duro, a septiembre de este año, las exportaciones de cobre representaron el 64,8% del total regional, mientras que en el país sólo el 48,4% del total nacional.
El desarrollo entendido como un mejoramiento de la calidad de vida en todos los territorios y para el conjunto de las personas es, obviamente, multifactorial y cada vez más compleja en un contexto de escenario internacional que perfila la desigualdad como un desafío sistémico y como lo plantea el fundador y director general del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, "la cuarta revolución industrial generará, en igual medida, grandes beneficios y grandes retos". Los desafíos planteados por la desigualdad creciente son difíciles de cuantificar dado que la mayoría de nosotros somos consumidores y productores, y la innovación y la disrupción afectan a nuestros niveles de vida y bienestar tanto de manera positiva como negativa.
Alejandro Corvalán Quiroz
Doctor en Economía, Universidad de Cantabria, España