Aprendizaje
Si es el Estado quien llama a los privados a invertir, la discusión sobre los impactos del proyecto debe hacerse primero dentro del Estado, convocando a participar a los actores pertinentes y estableciendo las condiciones para su realización. De esa manera, los inversionistas pueden evaluar correctamente los riesgos de su inversión. Así se hizo en su oportunidad con las concesiones de autopistas urbanas en Chile, con éxito.
Con ese diseño se evita que un puerto público pierda tiempo y recursos en un proyecto que necesita, pero que finalmente no se hace; que un inversionista pierda recursos sin poder ejecutar el proyecto; o peor aún, que un concesionario obtenga ganancias por operar un terminal de un puerto público por 7 años (los 5 que han pasado más los 2 que vienen) sin efectuar, por factores externos a él, las inversiones comprometidas en el contrato de concesión.
Bendito Valpo
Valparaíso es la ciudad donde crecimos, vivimos, estudiamos y trabajamos. La gran mayoría no es especialista en urbanismo y no participa de la discusión de los "entendidos". Pero todos hemos sido testigos del estancamiento por décadas y soñamos con una reactivación. También añoramos empleos y actividades económicas que hagan surgir a los porteños.
La resistencia a algunos proyectos tiene que ver con la forma, no con el fondo, como las deficientes iniciativas del mall Barón y el Terminal 2. Se malinterpreta esto como una ciudadanía reaccionaria a todo, cuando no es así. A pesar de las controversias, debe seguir su curso aquello que sume al mejoramiento urbano, como el Parque Barón por ejemplo, en un proyecto del Estado con la ciudad, entre otras iniciativas. Depende de todos hacer un esfuerzo conjunto y permanente.
No pertenezco a ninguna organización ni partido político, por ello libre y humildemente digo: ¡Bendito Valpo! por ser la ciudad que soñamos y queremos.
Terminal 2
TCVAL es un operador y concesionario portuario que se habría visto beneficiado con el T2, pero que no pagaría por su construcción. Lo pagaríamos todos los chilenos. La noticia, en verdad, se refiere a la construcción de la infraestructura y ahí está el "negocio". OHL vendió a Aleatica (australiana) un jugoso contrato de un proyecto que no se va a construir, por lo menos bajo ese contrato y por el cual va a cobrar suculentas reparaciones que al final terminarán en el CIADI (organismo arbitral del Banco Mundial), las cuales todos los contribuyentes chilenos terminaremos pagando.
La verdad del meollo es que probablemente nunca se intentó construir ese proyecto. Lo que sí se hizo fue licitarlo, firmar contratos a nombre de TCVAL, que va a culpar a EPV por su fracaso, mientras ya se han repartido todas las "comisiones" y honorarios "profesionales" correspondientes, las que siempre van aparejadas en estos tipos de "enjuagues". Todo terminará en una contienda judicial entre TCVAL y los inversionistas australianos que compraron un "contrato" por algo que nunca se iba a construir.
Ni TCVAL ni EPV pagarán un peso. Sus ejecutivos cobrarán sus sueldos y, como siempre, todos los chilenos nos haremos cargo.
De la decisión del concesionario de no perseverar en el proyecto del Terminal 2 del puerto de Valparaíso, se desprende un aprendizaje para el futuro. El Estado, a través de la Empresa Portuaria de Valparaíso, llamó a una licitación para ampliar su puerto, de acuerdo con la ley de puertos y dentro de sus atribuciones. Un inversionista se presentó y se adjudicó el contrato de concesión de buena fe. Hubo un proceso de evaluación ambiental, a través de los órganos competentes del Estado, siguiendo la normativa vigente, y hubo opositores que ejercieron sus derechos legítimamente. Aun así, el proyecto finalmente no se hará. ¿Qué falló? Que la evaluación de los impactos ambientales y sociales del proyecto y la tramitación de los permisos debió hacerse antes de licitar, y no después. O sea, hubo una falla en el diseño del proceso.
Daniel Fernández Koprich Presidente Cámara Marítima y Portuaria de Chile
El arquitecto Iván Poduje señaló en su Twitter: "Maldito Valpo", en referencia a los proyectos paralizados en la ciudad. Le respondo: ¡Bendito Valpo!
Pablo Eduardo Arteche López
Muy completa la cobertura de parte de su diario de la noticia respecto del T2 del 10 de marzo (Pag. 2, 3, 4 y 5). Es una lástima que muchos de sus entrevistados prefieren permanecer en sus trincheras y evitar decir la verdad del asunto. El puerto de Valparaíso opera al 75% de su capacidad y sólo necesitaría una expansión si es que se proyectara un aumento de carga considerable. Un T2 es un negocio para unos pocos y un gasto innecesario que tendrían que solventar todos los chilenos con sus impuestos. Tal proyecto no se justifica bajo ningún criterio económico, financiero o social. No produciría empleos adicionales (excepto durante la construcción). Produciría más muelles vacíos.
Domingo Gabriel Banfi