Ya recomenzó la vieja adicción que tanto le gusta al poder: la infértil y siempre renovada "vieja política" de ¡todos contra Sharp! Chahuán, el intendente, el mundo de los transportistas. Sharp, el antiinversionista, el que pone la duda jurídica al "desarrollo y la inversión" es culpable de todo, de todo lo que se lleva haciendo mal desde 1997, el comienzo de la EPV y la privatización de la riqueza de Valparaíso: el mar. La ministra Hutt, por su parte, insistirá en el T2, y para ello se reunirá aquí y allá con el mundo portuario, con el mundo portuario y con el mundo portuario. La ciudad no aparece por ningún lado.
Sólo recordar que sí ha existido inversión -aunque no la necesaria- en lo portuario en Valparaíso desde 1997. El Camino La Pólvora por parte del Estado, la modernización de grúas y alargamiento del sitio de atraque por parte de TPS. La carga se ha multiplicado muchísimo. Al día de hoy, ¿cómo está la ciudad detrás de esa inversión? ¿Cómo está el trato laboral de los trabajadores portuarios? Hay unas grúas de ultra tecnología en el puerto, hay un alambre de púas que separa a la ciudad de su mar y atrás hay una ciudad empobrecida y deteriorada. Esa es la foto real. ¿Cuál ha sido el beneficio real para la ciudad con este puerto ejemplar que se esmeran en prolongar en vez de potenciar con buenos proyectos ciudad-puerto, como lo han hecho otras ciudades puertos del mundo?
En el mundo portuario del Valparaíso concesionado, las inversiones se traducen en ganancias que van a parar a grupos económicos y estas ganancias no pasan a la ciudad. Y lo que pasa a la ciudad (que es el discurso de los transportistas) es un chorreo menor que no le alcanza a la ciudad. Esto no es una teoría, basta ver el estado actual de Valparaíso. Por lo tanto, Valparaíso necesita otro diseño de puerto que el T2 para que aparezcan otras inversiones en otras áreas que complementen, que se sumen, que se autopotencien; y para eso el puerto le debe dar espacio a la ciudad. Y por eso es importante que aparezca la ciudad en la discusión para que aparezcan esos inversionistas (pequeños, medianos, grandes), pero resulta que tenemos una Margaret Thatcher sentada en el sillón de Santiago como jefa del condado de Valparaíso; y ella, con la vieja política y con el viejo rubro portuario con mentalidad del siglo XX, está tirando su lazo al otro lado del alambre de púas, donde el porteño no puede entrar ni ser escuchado = la ciudad sitiada. Conclusión: en Valparaíso se está haciendo todo al revés de lo que se ha hecho en las ciudades puerto que se han reconvertido para navegar en el complejo siglo XXI y el que piense así es el "enemigo de Valparaíso". "El orgullo de ser porteño" dice la camiseta de Wanderers. ¿Dónde está ese orgullo?
Gonzalo Ilabaca