"Detrás de cada carpeta amarilla hay personas buscando justicia y uno no puede abstraerse"
En su oficina de Valparaíso, revisando otras causas, permaneció ayer el fiscal José Miguel Subiabre tras haber logrado, el día anterior, que el Tribunal Oral en lo Penal de Viña del Mar condenara a Johanna Hernández y Francisco Silva a presidio perpetuo calificado y simple, respectivamente, por el homicidio y posterior descuartizamiento del profesor Nibaldo Villegas.
"Cuando el tribunal dice en el veredicto que son culpables, hasta ahí llega nuestra función", dice, humildemente, el persecutor, quien no escondió sus sentimientos y la relación que mantuvo con la familia durante nueve intensos meses.
- ¿Cuál es la sensación que queda tras conseguir la máxima condena? Usted recalcaba ayer que no podía hablar de satisfacción.
- El tema principal que ayer (jueves) quisimos resaltar era que, frente a algunas preguntas sobre cuán satisfacción teníamos, había que llamar más bien a la calma, en el sentido de que no era una expresión adecuada frente a lo que aconteció. Nosotros fuimos parte de un proceso investigación de un delito cruel y cruento, con dos personas que tuvieron un nivel de ensañamiento feroz con una persona, y que tal como lo recoge el fallo, no les bastó con quitarle la vida, sino que además lo mutilaron, lo quemaron y lo lanzaron al mar. Entonces, era bastante fuerte la figura como para esas expresiones.
- ¿Tranquilidad, entonces?
- Sí, uno queda tranquilo y conforme, pese a que esto es sólo la muestra de lo que acontece a diario en el Ministerio Público. Lo que ocurrió es simplemente la constatación de cómo un trabajo mancomunado entre el Ministerio Público, la Brigada de Homicidios, el Servicio Médico Legal, psiquiatras y peritos, permite armar este puzzle y mostrárselo al tribunal, para que ellos llegaran a la misma convicción nuestra. Por eso, la sensación que queda es que sí hubo justicia. Teníamos claro que ese día, en ese lugar y a esa hora estaban ellos dos en la casa, y que son las únicas personas que pudieron haberlo asesinado, directamente o evitando que aconteciera. Cualquiera de las dos circunstancias significa autoría en nuestro país, y por lo tanto los dos son igual de responsables y culpables.
- ¿Desde un principio se dieron cuenta del alcance mediático que podía llegar a tener el caso?
- Es que el alcance mediático nunca fue tema para nosotros, porque era algo natural por el primer hecho (aparición de un torso). Pero al mismo tiempo, estaba que efectivamente Nibaldo era una buena persona, por tanto, el núcleo que lo va circundando va dando cuenta de esas características que tenía, se va difundiendo y genera un interés propio en el caso.
- ¿Cómo fue que la investigación apuntó por primera vez a ellos?
- Cuando nosotros tomamos la investigación se hicieron filtros de las presuntas desgracias a nivel regional. Con el médico de la Brigada de Homicidios empezamos a ver ciertas características morfológicas del torso: era de sexo masculino y tenía determinada edad. Con esa información, vimos un caso en Viña que lo tenía el OS-9 de Carabineros, este de Villa Alemana, otro de una persona con causa en Santiago pero que tenía una incidencia relacionada con tráfico en Valparaíso. Eran cuatro o cinco líneas que se trabajaron en paralelo.
- Allí fue cuando Johanna y Francisco declaran como testigos.
- Pero no sólo ellos, sino que el círculo cercano de Nibaldo, como Edson, Paola (pareja de la víctima) y Manuel, que era el esposo de Paola. Hasta ahí sin ninguna sospecha todavía. El punto está en que entre el viernes 17 y el domingo 19 de agosto acontecen al menos dos elementos importantes. Primero, el SML nos corrobora que el torso era de Nibaldo, por lo que las otras líneas se dejaron de lado. Y segundo, el tribunal nos autoriza la interceptación telefónica y el tráfico de llamados del profesor, donde aparecía que las últimas personas que conversaron con él eran Edson, Manuel, Johanna y había una llamada de Francisco. Comparamos esa información con las declaraciones que habían prestado los familiares, y nos dimos cuenta de que las de Johanna y Francisco no coincidían y algo no cuadraba. Al ahondar en los teléfonos, vimos que habían estado en esa casa, fueron al Banco Estado, a una bencinera y terminaron en Laguna Verde. Enseguida aparecen las imágenes del banco y la manipulación de la tarjeta. Así que con eso, más las imágenes de Nibaldo recopiladas en el teléfono de Johanna, el juez nos dio la orden de detención.
- Cuando se confirmó que el torso era de Nibaldo, ¿de inmediato sospecharon en alguna persona de su círculo cercano?
- Sí, pero por un tema más de experiencia, porque el nivel de ensañamiento que presentaba el torso corresponde casi siempre a circunstancias pasionales. Por ahí se habló de un homicidio por tráfico de drogas, y si bien al principio no lo desechamos, de inmediato pensamos que era algo más bien pasional por el nivel de maldad.
Vínculo con la familia
- Cuando se dio a conocer el veredicto condenatorio, el tribunal no acreditó la premeditación y los absolvió por el uso fraudulento de tarjeta de crédito. ¿Quedó alguna sensación extraña? Porque al menos la familia no salió conforme.
- Es que al leer el fallo, al final son apreciaciones jurídicas. No es que el tribunal haya ignorado que Francisco ingresó al banco y utilizó la tarjeta. Lo que hacen es darle una vuelta a elementos dogmáticos. En el caso de la premeditación también: el tribunal traspasó todo aquello que se hizo para cometer el crimen -como comprar el clonazepam y molerlo- para fundamentar la alevosía.
- ¿Hubo un trabajo con la familia desde ese día hasta la lectura de la condena en términos de explicar las penas que podían lograr?
- Sí, sobre todo con Edson, que fue quien soportó mucho en este juicio porque él y Alejandro (hijo de Nibaldo) eran las personas que necesitábamos que declararan para el tema del mal causado. Pero eso significó que Edson tuviera que desaparecer durante el desarrollo del juicio, porque si participaba o aparecía comentando el caso podía ser inhabilitado como testigo. Entonces tuvimos que ir preparándolo y decirle que tenía que soportar una carga aún más fuerte de la que ya llevaba. Por eso la expresión de llanto genuino, real y efectivo de él -no como el de Johanna- era tan fuerte, porque además de saber cómo habían asesinado a su hermano menor, tenía que soportar las reglas de nuestro sistema.
- Durante varias jornadas del juicio usted se abrazaba con la familia de Nibaldo. ¿Cómo resumiría este vínculo con la familia?
- Es que uno tiene que hacer en la vida lo que le corresponde hacer, no más. No sólo hay un tema de deber ser o de aparentarlo, sino que hay que serlo. Y la ley orgánica del Ministerio Público y la Constitución establecen que una de las obligaciones de la institución es velar por el cuidado de las víctimas. Y si bien es una obligación legal, también hay un compromiso ético y moral de que eso así sea. Detrás de cada carpeta amarilla de investigación, lo que hay son personas buscando justicia y una solución a su conflicto, y uno no puede abstraerse de aquello, dejarlo de lado y quedarse en las circunstancias frías. Y eso significa adquirir compromisos con la familia. En 2009, una persona le cortó la cara a una niña, en un caso de violencia intrafamiliar, y la dejó con lesiones gravísimas. Bueno, esa víctima hasta el día de hoy sigue manteniendo contacto conmigo producto de lo que significó el juicio.
- Usted le recalcaba a la familia que tenían que confiar en la justicia. ¿Se sentía con una responsabilidad mayor con ellos en caso de que esa justicia no llegara?
- Sí, pero en este caso en particular, era complicado que las circunstancias hubiesen tenido otro final. Se logró coordinar a todo el mundo, y todos tuvieron la disposición de trabajar rápidamente para esclarecer el caso. Eso a uno lo dejaba tranquilo de que se utilizaron todos los recursos que existen, y el que faltaba lo obtuvimos. La pega estaba hecha.
- ¿Por qué cree que trascendió tanto este caso?
- No lo sé...
- ¿Por cómo era Nibaldo, quizás? Porque viéndolo fríamente, homicidios de este tipo hay todos los años en el país, pero no provocan un impacto como este.
- Claro, hace poco en Santiago a una mujer la metieron dentro de una maleta en un auto y la quemaron. A ver, ustedes mismo lo recogieron en la nota de hoy (ayer), con una pequeña reseña donde se señalaba que estas expresiones verbales ("Nibaldo era un ser humano excepcional") no eran de los familiares sino que el razonamiento del tribunal. Y ahí está la esencia de esta situación. Está descrito por el tribunal quién era Nibaldo, cuál era la pérdida irreparable que significó para su núcleo familiar su muerte, y creo que eso es lo que finalmente motiva a que todo se desencadenara así.
"En 2009, una persona le cortó la cara a una niña, en un caso de violencia intrafamiliar, y la dejó con lesiones gravísimas. Bueno, esa víctima hasta el día de hoy sigue manteniendo contacto conmigo" "En un momento se habló de un homicidio por tráfico de drogas, y si bien al principio no lo desechamos, de inmediato pensamos que era algo más bien pasional por el nivel de maldad"