Quiero ir directo al tema, sin vacilaciones: llamo a las autoridades comunales y regionales a considerar en los planos reguladores las limitaciones de habitabilidad en el borde costero, con el fin de delimitar el negocio inmobiliario y controlar el comercio gastronómico y turístico en estas áreas de alta circulación peatonal.
Recientemente se dio a conocer un informe presentado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) y el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), que establece que, a partir de las cartas de inundación por maremotos, desarrolladas por el SHOA, más los datos revelados por el Censo 2017, Viña del Mar y Cartagena se ubican entre las diez ciudades más vulnerables en caso de emergencias marítimas, como tsunamis y marejadas anormales.
Este tema, a mi juicio, pasó de largo por el edificio Esmeralda. No vi al intendente ni a los gobernadores provinciales declarando sobre qué medidas se van a tomar para enfrentar futuras emergencias relacionadas con este documento técnico, pues hoy no debieran preocuparnos solo los maremotos sino que también los fuertes oleajes que llegaron a Chile para quedarse, ante los efectos del cambio climático.
Ante ello es que he insistido en que se deben actualizar los planes de ordenamiento territorial, como el Premval y los planos reguladores de las comunas costeras de la región, para establecer en qué áreas se puede construir espacios públicos, de divertimento o gastronómicos en el bordemar, área que, por cierto, concita, congrega a muchos turistas, especialmente en temporada estival.
Respecto del informe elaborado por el SHOA y el Minvu, las comunas donde los residentes tienen mayor vulnerabilidad en caso de alguna emergencia marítima son: Talcahuano (42,7 por ciento), Iquique (29,4 %), Arica (21,8 %), Penco (16,3 %), Hualpén (14,6 %), Cartagena (14,6 %), Lota (13,3 %), Constitución (11,8 %) y Viña del Mar (10,5%).
Un total de 22 comunas fueron analizadas por este estudio, las que suman un total de 2 millones 994 mil 834 habitantes.
De ellas, se identificó que 296 mil 531 personas están expuestos a tsunamis.
Por eso es clave que las ciudades se planifiquen, que actualicen sus instrumentos territoriales.
Fenómenos como las marejadas de alta altura y los incendios forestales, son dos ejemplos claros que el clima en la región cambió.
Por lo tanto es necesario revisar los planos reguladores, evaluar si es prudente autorizar construcciones de vivienda en zonas de alta combustión por la presencia de bosques y pastizales. O permitir que se edifique o a lo largo de la costa, del borde costero, donde las olas cada año llegan con más fuerza, destruyendo mobiliario urbano y edificaciones.