Tomás Moggia C.

Después de varios días donde reinó la incertidumbre, en el cuerpo técnico de Everton celebran que por fin vuelva a rodar la pelota. Y es que con el atormentado presente que vive el cuadro oro y cielo en el campeonato nacional, al entrenador Gustavo Díaz le urgen resultados que le den respaldo en un momento delicado. Por eso, que todo se haya dilatado tanto con el paro, no hace más que extender la angustia.

Más allá de eso, e independiente de los problemas de planificación que trajo consigo la paralización convocada por el Sifup, el DT uruguayo descartó que hubiese preferido jugar antes con Cobresal, como quería el club y como debió haber sido siguiendo su curso normal.

"Como se dio todo, lo más importante era jugar. Creo que ninguno de los dos somos beneficiados o perjudicados, porque los dos tenemos Copa Chile. Si una de las dos instituciones no tuviese Copa Chile y esperara el partido, tal vez sí. Estamos en circunstancias iguales. Y si hubiéramos jugado con ellos el sábado (con Cobresal), tampoco hubiese cambiado algo", aseguró el "Chavo".

El charrúa, con toda su experiencia, no evade la responsabilidad frente al desafío de mañana ante Trasandino por Copa Chile: "Tenemos una obligación de ganar".

Gustavo Díaz es consciente que no hay espacio para excusas ni tropiezos. Apremiado por los resultados, con cuatro partidos seguidos sin ganar, el DT oro y cielo sabe que ante un rival de Tercera A (una división amateur, la cuarta categoría del país), sólo una victoria aquietará las aguas.

"Por los resultados, el equipo tiene que confirmar, y pasar una fase con Trasandino es casi una obligación", reconoció, agregando que "no puedo decir si va a ser prioridad o no (la Copa Chile), en el momento en que pase dos o tres fases, y viendo la tabla de posiciones y los objetivos, entonces ahí sí tomar una decisión. Pero mientras tenga la posibilidad de ir por todo... hoy nos permite el calendario, son dos partidos los que nos quedan".

Pero más allá de la obligación del momento, Díaz explica que hay otros condimentos que hacen que con Trasandino no sea un duelo para dosificar pensando en el miércoles con Cobresal. En ese sentido, recordó que a él, en otras ligas, le ha tocado ser el pequeño que enfrenta a un gigante.

Rival motivado

"Se juega con una ilusión enorme, es un partido de orgullo para la ciudad, de que venga un equipo de Primera División, de poder ganarle, así que con muchísimo respeto hacia el rival", sostuvo.

"Es un equipo que está bien estructurado, sí es verdad que en calidad está por debajo, pero la ilusión que tienen ellos por enfrentarnos, de poder ganar, hace que nosotros no podamos pensar en el miércoles. Exclusivamente tenemos que pensar en el sábado, con respeto hacia el rival y nosotros poner el mejor equipo para también tener una victoria que nos urge. Tenemos que confirmarlo en el resultado e ir a una cancha que va a ser durísima, con un entorno muy bonito, seguramente muy hostil para nosotros", añadió.

Díaz espera un triunfo revitalizador, pero para ello la clave estará en no relajarse: "Jugar con intensidad alta para que la calidad aparezca, si no jugamos con esa intensidad o entusiasmo, el equipo con menor calidad te puede emparejar o ganar sin ningún tipo de problemas".

Son las certezas de un entrenador que sabe lo que se juega en estos dos partidos que vienen para Everton.

"Por los resultados, el equipo tiene que confirmar, y pasar una fase con Trasandino es casi una obligación"

Gustavo Díaz, Entrenador de Everton

Ana María Pérez se emociona hasta las lágrimas cuando habla de su padre. La hija menor del "Gallego" llegó ayer hasta Mantagua junto a su hermana Leticia y su sobrina Daniela Camus para la inauguración del centro de alto rendimiento caturro que lleva el nombre del entrenador más exitoso en la historia de Santiago Wanderers.

Hace tres o cuatro años que no venía a Valparaíso. "Siempre me ha gustado el Puerto, Viña me da lo mismo", confiesa, y luego saca un manojo gigante de llaves desde su cartera, donde tiene una insignia del Decano.

"Siempre llevo algo del equipo, en mi casa tengo un imán pegado en el refrigerador, con la fecha de la fundación del club: 1892", dice Pérez, quien hace décadas vive en Rancagua, la ciudad donde pasó sus últimos años el histórico técnico caturro.

En medio de entrevistas y homenajes al legado de su padre, la "Pulga", como la apodaba su familia, se saca una foto con Eduardo Herrera, el lateral izquierdo de Los Panzers.

Un minuto después, las hermanas se ríen a carcajadas con la anécdota de Osvaldo León, expuntero wanderino, que en un entrenamiento en Alejo Barrios le quiso pegar al ángulo y la pelota se elevó hasta el cielo. "Gallego" le gritó: "¡Al arco, no a las gaviotas, Osvaldo!".

Leticia Pérez, por su parte, revela un pequeño secreto de la familia: "Cuando dirigía a otro equipo, mi padre siempre estaba preocupado de Wanderers, él decía que los técnicos no debían identificarse con ningún club, que eran profesionales, pero nosotras le decíamos que tenía el corazoncito verde".

Los nombres y los recuerdos se agolpan en la boca de ambas. Rememoran a Armando Tobar, que era como un hijo para el "Gallego", o "Pastelito" Méndez, que le hacía pasar rabias, o Jesús Picó, que antes de partir de viaje pagaba por anticipado las multas por decir garabatos en el bus, porque no podía contenerse.

"Son tantas las historias", dice Ana María Pérez, quien finalmente se queda con la imagen de su padre como un hombre bueno. "Por eso se merece este homenaje", reflexiona.

"Este reconocimiento que hace Wanderers a mi padre es por su vida completa, no sólo por lo deportivo"

Ana María Pérez, Hija de José "Gallego" Pérez

"En Argentina mi padre era hincha de San Lorenzo y en Chile no lo reconocía, pero era de Wanderers"

Leticia Pérez, Hija de José "Gallego" Pérez