Matías Llanca M.
Hablar de rugby es hablar de pasión para el exjugador Ignacio Herreros. Y también es hablar de un camino más que extenso por un deporte que muchas veces es visto como duro y agresivo en el papel, pero que para sus cultores, es visto como una ruta de vida y de valores.
Es una visión que comparte el rugbista de 37 años, que se mantuvo por 33 dentro de la disciplina deportiva. Una carrera que tuvo su fin el pasado 6 de octubre, con la consecución del título de Intermedia Arusa, que su club, Sporting RC, se adjudicó tras vencer a Alumni por 31-25.
"En el último partido, jugué muy tranquilo, con la tranquilidad que da el poder haber hecho todo en el rugby. Jugué por mi club, en el extranjero, en Santiago, en la selección regional, y en la nacional juvenil. No me quedó el ansia de jugar un año más, como pasa a veces", manifestó Herreros, quien agrega que "es difícil despegarse, pero ahora quiero dedicarme a mi familia, porque se sacrificaron mucho durante mi carrera. De hecho, regalé toda mi ropa de rugby y me quedé sólo con la polera de Sporting con la que debuté y con la de DOBS, por el que jugué en Santiago".
En un deporte en el cual los jugadores están fuertemente identificados con algunos colores, Ignacio Herreros no es una excepción. Y es que un vínculo tan prematuro con los "Cuervos" incluso sobrepasó otras experiencias que vivió en torno a la ovalada.
De hecho, Herreros estudió y jugó todo su periodo escolar en el colegio Mackay, hogar del clásico rival de Sporting, Old Mackayans. Una paradójica y anecdótica relación, que él agradece por brindarle herramientas en su carrera.
"Las cosas del destino me llevaron allá, pero siempre tuve claro que iba a jugar en el Sporting toda mi vida", señaló el rugbista viñamarino, añadiendo que "incluso jugué por mi colegio y me encantaba hacerlo, pero los domingos me ponía la camiseta negra y era la felicidad completa".
Experiencias valiosas
Además de su extenso paso por el elenco de la tricota negra, Herreros rescata particularmente su experiencia en 2005 y 2006, de jugar en clubes de Nueva Zelanda, una potencia rugbística mundial de la que, confiesa, aprendió mucho.
"Fue enriquecedor estar en la cuna del rugby. Uno llega preparado mentalmente de forma distinta y se da cuenta de la dureza del proceso", sostuvo, y añade que "Allá el rugby es amateur, pero el proceso para ser un 'All Black' es difícil, de varias etapas. Para uno, que es de un país rugbísticamente pequeño es sorprendente y desafía a seguirles el ritmo y hacer un triple esfuerzo para sentirse a la par. La diferencia está en la manera de ver y tomarse el rugby".
En otro sentido, Herreros también rescató sus años jugando por el club DOBS, de exalumnos del colegio Dunalastair de Santiago, con el cual recomenzó un proyecto en Tercera División y que terminó con un elenco tricolor ascendiendo a Primera, derrotando en 2013 a Old Navy.
"Tuve la fortuna de jugar cinco años allá, y pasé uno de los mejores momentos de mi vida, por ese ascenso inédito. Haber sido parte de un proceso así y de un club que enseña muchos valores y amistad, hace que no me arrepienta un sólo segundo de la decisión que tomé", aseguró.
Eso sí, el exrugbista aseguró que en cuanto al futuro, su presencia y su corazón están en la región de Valparaíso, y por supuesto, cerca del elenco viñamarino de toda su vida.
"No descarto ser algún día el entrenador de algún equipo de la región. Me encantaría porque ya estoy certificado, o gustaría llegar a ser rugby manager del primer equipo del Sporting, ya que es el club al cual considero mi casa y mi cuna en el deporte", indicó Herreros, agregando que "lo haría de una manera menos constante que a lo largo de mi carrera, aunque siguiera ligado al club. Ahora mi familia es la prioridad más que el rugby, porque me toca devolver los años que ellos me dieron".
"Quiero dedicarme más a mi familia, que se sacrificó mucho. De hecho, ya regalé toda mi ropa de rugby".
Ignacio Herreros, exrugbista de Sporting RC