Afrontando un complejo escenario, las municipalidades deben aprobar antes del próximo domingo sus presupuestos para el próximo año. En Valparaíso el presupuesto asciende a $87 mil millones de pesos, mientras que el de Viña del Mar llega a $106 mil millones, cifras abultadas que deben ajustarse a las nuevas realidades que parten por la urgencia en reparar las huellas del vandalismo que castigan a las ciudades por más de un mes de movilizaciones.
Mobiliario urbano, ornato de espacios públicos, iluminación y señalizaciones de tránsito son algunos de los elementos destruidos que se deben reponer en beneficio de residentes y visitantes de nuestras castigadas ciudades, elementos importantes para la seguridad pública, incluyendo la de los mismos que se han movilizado "pacíficamente".
Además, las municipalidades deben pagar puntualmente los suelos del personal y no olvidar las imposiciones, como ocurre con frecuencia, pagos que tienen un techo del 42% del presupuesto, frente de frecuentes dudas y acusaciones y que, desde una mirada económica, convierte a esos organismos en empleadores tanto o más importantes que muchas empresas.
Pero los presupuestos, particularmente en el rubro de las entradas, son inciertos debido a la situación actual y a su proyección futura.
Tanto en Valparaíso como en Viña del Mar hay temor ante una contracción en los ingresos por patentes municipales. Muchos negocios simplemente cerrarán sus puertas y es incierta la llegada de otros. La misma reducción se espera en permisos de construcción, pues no se anuncian nuevas inversiones fuera de las ya formalmente aprobadas. Otro ingreso municipal importante, permisos de circulación, se ve limitado considerando la baja en la venta de vehículos nuevos.
En el caso de Viña del Mar, los ingresos correspondientes al Casino Municipal pueden reducirse al caer la actividad de esa casa de juegos, no así las entradas correspondientes al Festival de la Canción, que deberían estar aseguradas.
Los ingresos por cobro de aseo son inciertos para las municipalidades. Aquellas propiedades con un avalúo superior a $ 34 millones los cancelan automáticamente junto a las contribuciones de bienes raíces, pero las de valor inferior o están liberadas o deben pagarlo directamente. En Valparaíso ese ingreso es muy bajo y la demanda del servicio muy alta.
Dentro de esta realidad general, con elecciones en lontananza, el margen municipal para obras es muy limitado y se debe recurrir al apoyo estatal. Frente a esa crónica precariedad una esperanza es el anuncio presidencial de incorporar la "equidad territorial" en la agenda social, anuncio que no se puede quedar en el discurso y debe traducirse en políticas de efectivo apoyo a las municipalidades más deficitarias.