"La desinformación termina siendo una de las principales amenazas para los sistemas democráticos"
Según un estudio de opinión pública elaborado por la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica, la televisión es el medio de comunicación peor evaluado por la ciudadanía durante el desarrollo del denominado estallido social en nuestro país.
El duro resultado no es ajeno al resto de los medios, si se considera el complejo escenario que actualmente vive la industria de las comunicaciones a nivel país, lo que obligará a los medios a realizar cambios drásticos en la forma en que actualmente están entregando los contenidos a los cada vez más críticos e informados televidentes.
Ante este complejo escenario, Andrea Arístegui, periodista y actual conductora de Meganoticias, en Mega, es optimista, y más que criticar los posibles desaciertos que se han generado durante la cobertura de la crisis social, centra su análisis en los desafíos que el mundo del periodismo tiene por delante, los que en el caso de la televisión se relacionan con recobrar la extraviada confianza de las audiencias.
"Yo creo que en la televisión quizás nos hemos visto más expuestos que otros medios por el nivel de repercusión que tiene, donde a veces ni siquiera se escucha muy bien lo que se está diciendo y más bien la gente se queda con una imagen. En este sentido, si tú me preguntas si en la televisión hemos cometido errores, claro que sí, y probablemente vamos a cometer más, pero nuestra intención es no hacerlo y realizar un trabajo de manera profesional. Sin embargo, evidentemente se va a tener que generar una reflexión en torno a cómo volver a retomar la confianza de la audiencia", precisa Aristegui.
Eso desde el punto de vista de las comunicaciones, pues en torno al desarrollo del movimiento social, la periodista es clara al comentar que hoy Chile se encuentra en un momento clave y de inflexión en el cual tanto el Gobierno como la clase política tendrán la obligación de tomar "la sartén por el mango" para generar los cambios estructurales que la ciudadanía espera en el corto plazo.
- ¿Considera que los próximos meses serán claves y pondrán a prueba la fuerza del movimiento?
- Yo creo que estamos en pleno proceso de inflexión y de transformación y que todavía no sabemos cómo va a terminar, pues eso va a depender de las decisiones que se tomen desde el mundo político, las instituciones y desde la misma ciudadanía. Por lo mismo, acá es donde nos vamos a dar cuenta si somos capaces de salir adelante frente a un desafío tan grande como el que estamos viviendo en estos momentos, pues se han puesto sobre la mesa una serie de reivindicaciones y de demandas que estaban presentes desde hace mucho tiempo, pero que desde las distintas instituciones o poderes del Estado no habían sido escuchadas ni tampoco habían tenido una respuesta a la altura y eso generó una tensión que terminó estallando de la forma en que todos lo hemos visto.
- ¿Qué opina sobre los actos de violencia que han tenido lugar en diversas ciudades del país?
- En este punto yo separo las formas de manifestarse, pues una cosa es lo que tiene que ver con la demanda social, que es absolutamente legítima, pero otra es la que tiene que ver con la violencia y los hechos delictuales, donde prácticamente hemos visto un crimen organizado operando en las calles, aprovechando el momento de esta convulsión general. En este sentido, yo soy clara, pues creo que son dos cosas absolutamente distintas y que hay que ser súper tajante para diferenciarlas, porque también hay que tener un diagnóstico claro para encontrar las soluciones y las medidas adecuadas para enfrentar este desafío.
- ¿Cree que se ha buscado criminalizar al movimiento?
- Siento que hay quienes no quieren ver o no quieren generar las transformaciones que se requieren y, ante esto, prefieren quedarse en la violencia porque pareciera ser algo más fácil de abordar, aunque todos sabemos que ha sido un tremendo problema. Y te lo digo porque cuando solamente te quedas en lo que ha pasado en términos de violencia y no vas al fondo de lo que hay detrás de todo esto, me parece una mirada muy cortoplacista y que es bien riesgosa, porque no se está abordando el problema con la profundidad que se requiere. Y hoy al estar en un momento de inflexión, yo veo todavía con bastante incertidumbre si va a haber una respuesta adecuada a todas las problemáticas que se han puesto sobre la mesa.
- ¿Cómo evalúa el rol que han jugado los medios de comunicación durante este proceso?
- Este ha sido un escenario desafiante para todos, para las instituciones, organizaciones y también para las personas y entre esas instituciones también estamos los medios de comunicación. En este sentido, yo creo que ha sido desafiante desde el punto de vista de la cobertura, y de lo que ha implicado en términos logísticos, pues están pasando muchas cosas al mismo tiempo. Dicho eso, creo que también ha sido un desafío desde la manera en que se ha abordado el tema y los enfoques que se han dado. En este punto, yo creo que probablemente vamos a hacer una reflexión bien profunda sobre cuáles fueron los aciertos y los desaciertos, pues uno también tiene que tener una mirada autocrítica de algunas cosas que se hacen.
- A raíz de esto, los medios en general han sido parte de las instituciones más criticadas. ¿Por qué cree que se generó ese escenario?
- Yo creo que actualmente existe un interés de desacreditar a los medios de comunicación por parte de quienes prefieren que lo que abunde sea la desinformación, por ejemplo, a través de las redes sociales. Creo que ese es nuestro gran desafío como medios de comunicación más tradicionales, pues actualmente estamos en un escenario de crisis que ya lo han vivido otros países y que tiene que ver con cómo la desinformación termina siendo una de las principales amenazas para el funcionamiento de los sistema democráticos, situación que pasó en Estados Unidos en la elecciones, en el Reino Unido con el Brexit y que también ha pasado en varios procesos políticos, los cuales si bien son distintos al nuestro, tienen un tema de fondo que puede generar un problema profundo a nivel social.
- Ese es un tema importante, pues las redes sociales han jugado un rol relevante durante el estallido social en Chile...
- Así es, y por lo mismo yo creo que los medios de comunicación en este minuto estamos principalmente desafiados por cómo abordar la desinformación, pues no estamos hablando solamente de noticias falsas por equivocación, donde podemos pensar que esos son errores de gente que por desconocimiento comparte cosas que no son, sino que uno también puede ver que existe una intencionalidad de instalar ciertos temas en base a informaciones completamente falsas y frente a los cuáles nosotros nos vemos obligados a estar constantemente en tensión, pues nuestra obligación como medios de comunicación es justamente salir a hacer frente a esto.
- Entonces, ¿considera que las redes sociales desinforman?
- El problema es que existe una imposibilidad desde el punto de vista de la velocidad que requiere un chequeo de información frente a un tema que, por ejemplo, se viraliza a través de un "meme". Los medios tenemos la obligación de hacer un chequeo de datos y de fuentes antes de publicar algo, pero un "meme" se viraliza en cuestión de minutos y finalmente no interesa si es que es verdad o ni siquiera si viene de una fuente confiable. Simplemente interesa que eso se instale a través de la emocionalidad vinculada a ciertas ideas que se pretenden establecer.
"Hay quienes no quieren generar las transformaciones que se requieren y, ante esto, prefieren quedarse en la violencia porque pareciera ser algo más fácil de abordar".
"Actualmente existe una intencionalidad de instalar ciertos temas en base a informaciones completamente falsas y nuestra obligación es salir a hacer frente a esto".