Hace casi 30 años la picota del progreso amenazaba al tradicional edificio porteño Luis Cousiño, emplazado entre las calles Blanco y Errázuriz, altura del pasaje Ross. El inmueble de 1883, tiempos de gloria de Valparaíso, principal plaza financiera del país, había perdido su prestancia, sería demolido y reemplazado por un edificio de 15 pisos.
El proyecto fue resistido por los vecinos del cerro Concepción que con esa construcción perdían sus derechos de vista a la bahía, problema que habían enfrentado anteriormente con otra edificación en altura.
Las acciones vecinales paralizaron el proyecto hasta que el edificio fue declarado Monumento Histórico en 1994. Esta declaratoria no alteraba el derecho de propiedad de sus titulares, pero sí impedía la demolición, quedando el inmueble sin destino, abandonado y entregado a la ocupación irregular. Ganó el apodo de "La Ratonera". Misteriosos incendios consumieron su interior no así su estructura primaria. Posteriormente, mediante un programa de recuperación patrimonial parte de la construcción pasó a poder municipal, lo que, tras muchas dificultades, permitió que en 2007 fuera adquirida por la Fundación Duoc junto a un paño adyacente de propiedad privada. Luego, con una inversión de US$ 10 millones y un acertado proyecto se recuperó el inmueble destinándose a docencia y de extensión. Se convertía así el viejo edificio en ejemplo de recuperación patrimonial. Claro está que los buenos ejemplos no prosperan en Valparaíso.
Este recuerdo es oportuno tras el caso de la Casa Italia, amenazada también por la picota del progreso para convertirse en un edificio de 22 pisos, uno más de aquellos "horrendos bloques" de los cuales habla el viejo y sabio viñamarino Gastón Soublette.
Construida en 1918, la propiedad fue adquirida en la década de 1980 por un grupo de descendientes de italianos y ocupada como club social, consulado y otras instituciones vinculadas con Italia. Luego fue arrendada a entidades educacionales hasta que los propietarios optaron, como pasó con otras valiosas edificaciones del sector, por la mencionada construcción en altura. Organizaciones locales lograron paralizar el proceso siendo el inmueble declarado Monumento Histórico en 2017. Esto significó el abandono, la ocupación clandestina y un misterioso incendio con un grado de destrucción aún no determinado. "Hay atributos que se mantienen", afirma optimista Emilio de la Cerda, subsecretario de Patrimonio. Es decir, es posible el rescate. Mientras, el derruido edificio está en un limbo y con propietarios titulares, pero frenada la edificación en altura. En este escenario ¿será posible repetir la operación del edificio Luis Cousiño que terminó con un happy end en beneficio de la ciudad?