Los enemigos de un inmigrante Todorov
El historiador y filósofo búlgaro conversó con Ricardo Brodsky sobre los conceptos que enmarcan su obra.
Desde el inicio, cuando salió de Bulgaria para estudiar en Francia, cuando "La conquista de América" o "Experiencia totalitaria" todavía no eran escritos, desde ese punto de su trayectoria, emprendió el recorrido en torno a la obra de Tzvetan Todorov. Y aunque el nombre ("¿Es la memoria un remedio contra el mal?") apuntaba directamente a una de sus publicaciones, el diálogo que sostuvo ayer el historiador y filósofo con el director del Museo de la Memoria, Ricardo Brodsky, viajó por las fases más diversas de su carrera, ante el teatro del Parque Cultural de Valparaíso repleto.
Todorov recordó que en sus primeros pasos quiso escribir literatura, pero comprendió que le faltaba "talento para ello", así que optó por escribir sobre literatura. Después salió de su país natal y eligió Francia para perfeccionarse. Confesó que lo hizo por la influencia de los músicos y artistas de la época que él admiraba, que le mostraban esta nación como un lugar "muy atractivo".
un muro en la cabeza
Pero la imagen que tenía se esfumó al llegar allí. "El complejo sistema de educación" tuvo la culpa. Y es que éste no le permitió insertarse rápidamente y pasó "un tiempo sin encontrar un espacio". Pero esa sensación cruzada aportó a sus planteamientos posteriores. "Como inmigrante, sin hablar un idioma nativo, sin sentirme originario del lugar que estaba siendo mi casa, adquirí otra visión del mundo. Me sentía como alguien que había cambiado de cultura, de un momento a otro", afirmó.
Y a partir de ello, pudo entender en parte el proceso de colonización que vivió América, debido a que esa etapa "unió a dos culturas distintas, que no se conocían entre sí". Entonces, "reflejaba algo que era parte de mi propia experiencia", dijo. Esa empatía derivó en un libro.
El otro encuentro cultural que llamó su atención fue el ocurrido tras la caída del Muro de Berlín. Confesó que el tema siempre lo atrajo, pero nunca se atrevió a hablar sobre el choque entre ambos regímenes políticos. La razón eran sus padres, que hasta ese entonces vivían en la Bulgaria sometidos al comunismo, y él temía que sus palabras tuvieran repercusiones negativas en ellos. Así que con la caída del muro, "cayó también un muro en mi cabeza", dijo.
enemigos íntimos
Sin ese peso pudo abarcar otros temas, que coincidentes a la época, rondaban fuerte en torno a los nuevos sistemas políticos. Democracia fue uno de ellos, el mismo tópico que retomó en su más reciente libro y que también se dio el tiempo de explicar. ¿Cuáles son los enemigos íntimos que allí plantea?
Partió con el denominado mesianismo político, ese valor de extender lo que un país cree correcto hacia otros, sin miedo a usar la fuerza para conseguirlo. Suena a libro de historia, a imperio británico, a sometimiento africano. Pero actualizó el concepto la imposición de la democracia por parte de Estados Unidos a Irak, con guerras a favor de los Derechos Humanos, donde mueren un millón de seres humanos.
Otro enemigo, la libertad que sí está presente en la democracia, pero no en la vida privada, sostuvo. Esto porque un régimen se entromete en el largo de una falda o lo holgado de un pantalón, ejemplificó. También planteó a la libertad de expresión como un ideal controlado por quienes tienen el poder de la comunicar, y este poder no está bajo el control del pueblo, dijo.
El populismo también es enemigo. Es un lla mado a la gente, a través de una imposición maquinada, desde la demagogia. Su ejemplo: "La xenofobia europea, proveniente de partidos políticos de derecha, que intentan convencer a la población que sus problemas son culpa de los inmigrantes". Ganaron mucha aceptación con ese discurso, agregó.
mala memoria
Por último, Brodsky llevó el diálogo hacia la memoria. El búlgaro afirmó que para él la memoria no es buena, ni mala, todo depende del uso que se le dé. Y que por sobre todo es una "necesidad humana" por compartir una historia en común.
La memoria es mala para él cuando "sirve para fomentar el odio, la venganza, el resentimiento" perpetuado por generaciones. Desde esa perspectiva, considera que "lo mejor" sería olvidarnos de ello para no fomentar el conflicto.
Desde el otro lado, la memoria es buena para Todorov cuando existe "un deber por la verdad" y la justicia. Cuando, aunque la práctica no sea perfecta, se establece una vocación por determinar lo que ocurrió, explicó. Pero lo trascendental está en el uso que se le da al pasado, a los antecedentes que se pueden manejar. para construir desde ahí, un futuro mejor.
"Como inmigrante, sin hablar un idioma nativo, sin sentirme originario del lugar que estaba siendo mi casa, adquirí otra visión del mundo. Me sentía como alguien que había cambiado de cultura, de un momento a otro".
"(La memoria es mala cuando) "sirve para fomentar el odio, la venganza, el resentimiento. (Pero es buena) cuando existe un deber por la verdad" y la justicia".