Cumbre política, cumbre académica
El mundo académico puede erigirse como actor internacional en beneficio de las sociedades
Sin duda que Chile ha estado en el eje del debate internacional con la mayor reunión de Jefes de Estado realizada en el país: la Cumbre Unión Europea-CELAC y la posterior reunión de esta Comunidad. Con este motivo se reunió también la sociedad civil, los empresarios, organizaciones sociales, poderes judiciales y, por primera vez, las comunidades académicas de las dos regiones, Unión Europea y América Latina y el Caribe en la "Primera Cumbre Académica".
Creo que hay a lo menos tres aspectos que destacar al respecto.
Primero, que la cumbre oficial de Jefes de Estado de ambas regiones renovó la Alianza Estratégica birregional que viene desde Río de Janeiro en 1999 y que está fundamentada en valores comunes de respeto a la democracia y derechos humanos, valoración de la ciencia, la cultura y el conocimiento, fortalecimiento de los intercambios y el libre comercio. Lo importante es que la relación se reforzó en tiempos de crisis europea, incluso el tema central sobre inversiones sustentables fue oportuno porque Europa sigue siendo el mayor inversionista en la región.
En segundo término, tres días antes de dicha cumbre, nos reunimos los académicos, más de 220 universidades e instituciones y más de 650 académicos de las dos regiones, que propusimos a los Jefes de Estados la creación de condiciones financieras necesarias para profundizar "el espacio eurolatinoamericano de la Educación Superior, la ciencia, la tecnología y la innovación".
La petición tiene base firme por la tradición de intercambios entre universidades de ambas regiones, se trata de una integración a escala humana, estudiantes que ven facilitados sus estudios en Europa y en América Latina, programas académicos integrados, docentes e investigadores que se desplazan, transferencia de tecnología. En la Cumbre Académica se exhibieron experiencias en curso, entre ellas una de nuestra región, el Núcleo Biotecnológico de Curauma (NBC) de la Católica de Valparaíso, que atrae a instituciones europeas y empresas del sector.
Por último, destaco que los Jefes de Estado recogieron la petición del mundo académico y mencionaron expresamente la voluntad de avanzar en el espacio común en estas áreas en el punto 29 de la Declaración de Santiago del 27 de enero. Una experiencia que muestra que el mundo académico, más allá de sus claustros, puede erigirse como actor internacional en beneficio de las sociedades de ambas regiones, Europa y América Latina.