Los equipos de socorro seguían ayer buscando sobrevivientes entre los escombros y las autoridades se comprometieron a efectuar una investigación a fondo sobre la explosión en la sede de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que dejó 32 muertos y 121 heridos.
Un manto de misterio envolvía las causas del estallido, ocurrido el jueves en el edificio de oficinas administrativas, en la Ciudad de México.
"Todas las líneas de investigación están abiertas, no vamos a descartar ninguna", dijo el viernes el director general de Pemex, Emilio Lozoya. "Lo que uno puede observar que es parte de lo que los expertos perciben como un accidente".
Las teorías apuntan a un corto circuito, un problema del aire acondicionado y hasta un posible atentado, en momentos en que el nuevo gobierno habla de una reforma de energía y más inversión privada en la compañía estatal.
Lozoya dijo que aún hay personas atrapadas y que 52 personas permanecen en hospitales. Más de 500 bomberos, soldados y socorristas cavaban entre los escombros mientras movían fragmentos de concreto; se utilizaban perros rastreadores para localizar víctimas, así como camiones de carga y una grúa de Pemex.
La explosión ocurrió casi al final del turno administrativo. Afectó el sótano, la planta baja y el primer piso, que de acuerdo con los socorristas se desplomaron uno sobre otro. Autoridades estiman que unas 250 personas trabajaban en esos pisos y 10.000 en el complejo de edificios sede de la petrolera. Unas 1.700 personas laboraban en el edificio donde se originó la explosión.
El socorrista Germán Vázquez García dijo que las labores de rescate eran muy peligrosas.
Ana Vargas Palacio estaba desconsolada ayer mientras intentaba localizar a su esposo, Daniel García García, de 36 años, que estaba desaparecido y trabajaba en el edificio en el que ocurrió la explosión. "Le llamé a su teléfono varias veces, pero me contestó un chavo (muchacho), quien me dijo que encontró el celular en la explosión", dijo Vargas. La pareja tiene una hija de 11 años.
Gabriela Espinoza, de 50 años y que ha trabajado durante 29 años como secretaria, dijo que estaba en el segundo piso de la torre cuando escuchó dos explosiones fuertes y una tercera de menos potencia.
Su compañero de trabajo, Tomás Rivera, de 32 años, laboraba en la planta baja. Sostuvo que la onda expansiva lo derribó y le causó una fractura en una muñeca y la mandíbula.
Momentos antes de la explosión, el director de operaciones, Carlos Murrieta, había dicho, vía Twitter, que la compañía había reducido su índice de accidentes en los últimos años. La mayoría de los accidentes ha ocurrido en tuberías y refinerías.
La compañía está en apuros y ha sufrido presiones para abrir sus operaciones a empresas extranjeras por medio de contratistas o concesiones, porque el dinero de inversión del gobierno es insuficiente.
Peña Nieto pide que no se especule
Una cámara de vigilancia captó la imagen: el edificio B2 del complejo administrativo de Petróleos Mexicanos (Pemex) se iluminó y pareció a lo lejos, por un segundo, que la explosión lo elevaba del suelo con sus más de diez pisos. Algunos empleados creyeron que comenzaba un sismo. El presidente Enrique Peña Nieto, y todas las voces del gobierno que han hablado sobre la tragedia, pidieron evitar suposiciones sobre su origen. "Vamos a esperar los peritajes correspondientes, no caer en especulaciones sobre eventuales razones", pidió Peña Nieto.